La Universidad de Colima: Entre la irracionalidad administrativa y la simulación en la cuestión de género

Categoría: OPINION Escrito por Bloque Popular

 

Por Jesús Cortés Cuevas, Josué N. De la Vega M.

Miembros de la organización Bloque Popular

 

“Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda nuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda nuestra fuerza”.

Antonio Gramsci

 

Hemos escuchado las entrevistas que se le hicieran al hoy rector de la Universidad de Colima, Christian Torres Ortiz, y leído el discurso de toma de posesión; al respecto, Bloque Popular (BP) hace el comentario sobre aspectos relevantes de la situación que guarda la UdeC, y el silencio de la autoridad.

En ese sentido, el presente escrito va dirigido a la comunidad estudiantil, a los trabadores y empleados de la Universidad, que desde nuestro mirar, son lxs sujetxs que, con sus manos, sus luchas y resistencias participan en la edificación de aquella para hacerla un espacio feminista, de reflexión, democrática y crítica.

I.- POR UN MODELO HIBRIDO DE ORGANIZACIÓN ACADÉMICA

1.- La gente, en principio, creyó que la maleta del rector Christian Torres Ortiz estaba llena de ideas y proyectos, como la de muchos jóvenes que la cargan de ideas por vivir una nueva realidad, sin embargo, al llegar a rectoría y abrirla, cuál la sorpresa; trae la misma vieja ropa de sus antecesores. Es mucha posee y pinceladas de “ideas” que no se acercan ni a la hechura de un cuadro. No toma posición ni en lo más básico; es mucho discurso. No concretiza. Nada dice a la comunidad acerca de si, ¿abrirán o no nuevos programas de licenciatura cuyo eje sea la interdisciplinaridad? ¿Abrirán nuevos doctorados y maestrías que estén en el padrón de Conacyt? ¿Cuántos y cuáles? ¿Se apoyará presupuestariamente a los posgrados? ¿Cuántos posgrados han salido del padrón de Conacyt y ante ello, qué va ser la nueva administración? ¿Habrá profesores de tiempo completo exclusivos para posgrado y otros de tiempo completo únicamente para el nivel de licenciatura? ¿Habrá apoyo financiero a revistas académicas institucionales? Nada dice al respecto. Preguntamos, ¿tiene muy poco que decir o guarda grandes sorpresas? Esperemos no sea el silencio de los sepulcros donde gobierna la represión y soberbia. Es de llamar la atención las palabras pronunciadas en Manzanillo hace algunos días cuando convocó a “formar un equipo sólido y unido, (pues según dijo) “en tiempos extraordinarios, se necesitan decisiones y actitudes extraordinarias” (Subrayado en el original), sin dejar en claro a qué se refiere.

En ese sentido, no hay hasta el momento mensaje de interés para la comunidad universitaria, todo se maneja con gran sigilo. Ante eso, BP tiene en claro que la universidad no entrará a una etapa de transformaciones positivas; y si las hubiera, tampoco se dice cuándo iniciarán y cuáles son éstas. Silencio del señor rector. Al ser la investigación un área sustantiva a la comunidad, a ésta le interesa saber si los centros de investigación dejarán de existir para dar paso definitivo a la universalización de la figura de profesor–investigador en las escuelas y facultades o se continuará con el mazacote de tener profesores investigadores de la facultad y profesores-investigadores en el centro de investigación adscritos a la misma área de conocimiento, división que no ha dado resultados positivos, en cambio, sí genera fuertes gastos.

Este tipo de organización universitaria provoca erogaciones dobles como el pago de puestos directivos, de material administrativo y de bienes inmuebles; gastos que en nada beneficia a la academia e investigación. La única facultad donde hay un híbrido de ambas figuras –centro y facultad- y que muestra la viabilidad del modelo, es la de Ciencias, cuyos resultados son positivos, si lo medimos por el número de egresados titulados y de exalumnos que ingresan a posgrados de alto rendimiento, y por tener el número más altos de profesores-investigadores en el Sistema Nacional de Investigadores, y también, el mayor número de proyectos de investigación con financiamiento externo.

Esta figura ha sido positiva en otro centro universitario. Este modelo organizativo –llamémosle híbrido- lo tiene la Universidad Autónoma Metropolitana, con variantes de modelo académico entre las distintas unidades. Al respecto, es necesario abrir la discusión en la Universidad de Colima, en que, de manera serena y con datos duros, se argumenten los beneficios o no de cada modelo organizativo: el “clásico” y el “híbrido”. Que decida la comunidad universitaria –alumnos y académicos- a través de sus instancias de decisión electas democráticamente –voto universal directo y secreto-: el Consejo Técnico y Consejo Universitario.

II.- LA LIBERTAD PARA DEBATIR LA VIDA NACIONAL Y UNIVERSITARIA

2.- Para el movimiento estudiantil está claro que la institución no es un ring, es un espacio abierto al tiempo y, por ende, a la discusión de los problemas en las ciencias formales y ciencias factuales desde marcos ontológicos, epistemológicos y metodológicos diferentes. También es el lugar para discutir y decidir el modelo organizativo y modelo académico que debe guiar la vida universitaria. Por naturaleza, la universidad tiene como función, en todo el campus, en cada recoveco, el estudio y discusión de los problemas de la nación desde perspectivas ideológico-científicas diferentes. No hay ciencia con perspectiva única.

Por eso, en ella debe discutirse la política; la educativa del Estado, la política universitaria, la política de ingresos y egresos de estudiantes universitarios, la política de cuotas universitarias y el ingreso de personal administrativo y académico a la institución, la política contra la violencia de género. Discutir, también, la nueva Ley General de Educación Superior que de manera secreta recorrió los cenáculos del Congreso de la Unión para su próxima aprobación, y con la que comulga Torres Ortiz sin reparar en la tendencia privatizadora que abre la ley en mención. Cuando decimos discutir hablamos de construir un espacio dialógico con la participación simétrica de estudiantes, trabajadores y autoridades, que no requiera la autorización de los directivos y expositores que desde el púlpito digan qué pensar y qué hacer, mientras los asistentes son invitados de palo.

BP no está conforme con la conducta institucional que establece como norma: ¡Prohibido discutir! ¡Prohibido romper las formas! ¡Prohibido replicar varias veces al que habla desde el púlpito! Ante ese tipo de comportamientos, decimos: ¡Prohibido prohibir! ¡viva la política!, señor rector, porque ella acuerda y construye. Es consensual. No impositiva. Rechazamos la forma de organización académica que tiene la UdeC y, abiertamente lo decimos, rechazamos la Ley General de Educación Superior que impulsa la 4T por su carácter privatizador y por ser una ley de tintes empresarial y privatizadora del país, además de solapadora de la corrupción en los centros de educación superior. ¿Por qué no discute la comunidad universitaria esta temática, señor rector? No es un asunto de partido político, son temas que afectan la organización académica de la nación. Esa es política pública y afecta, para bien o para mal, a todos los universitarios. Con todo respeto preguntamos: ¿Cuál es la razón para no hacerlo? ¿El llamado principio de autoridad?

La universidad es un espacio de confrontación y acuerdos de ideas. No es propiedad de ningún grupo. Es un espacio de la sociedad, en este caso, de la sociedad de Colima. ¡Que se abran los auditorios de la Universidad de Colima que hoy son cárceles de la inteligencia, de la creación! ¡Que en ellos se discuta libremente! Que este cambio de actitud inicie con los cambios de nombres que actualmente tienen los auditorios y las bibliotecas en honor a los opresores-carceleros de la inteligencia. Esos nombres deben ser retirados. ¡Que viva la inteligencia! Exigimos que los auditorios y bibliotecas de la Universidad lleven nombres de hombres y mujeres celebres en la academia y ciencia de Colima por su aporte a la sociedad, no de burócratas que en nada han contribuido en el crecimiento de la universidad.

Rechazamos la política de la burocracia universitaria que para impedir la libre circulación de las ideas encierre a la comunidad universitaria en auditorio para impedir que la “epidemia” de la crítica e inteligencia cunda; la intención de esa actitud es impedir la libre discusión al margen de los caparachos burocráticos y asfixiar así la vida universitaria. Los partidos políticos no representan a los universitarios. El que desee escuchar su propuesta cuando la presenten por invitación de alumnos universitarios, que no sea obligatoria la asistencia.

Hay universitarios que son miembros de partidos políticos institucionalizados. Otros son directivos de los mismos. También hay muchos universitarios que están al margen de ellos. No todo universitario es miembro de partido político. Ni todo universitario sufraga en las elecciones constitucionales o es candidato a puesto de representación popular. A unos les interesa escuchar y debatir los programas de los partidos, a otros no. Eso sí, todos los universitarios tienen ideas. Eso es todo. BP es respetuoso de esa diversidad y considera que, sin anteponer corsé alguno llamado PRI, la universidad tiene que ser un espacio abierto a la discusión de ideas.

Para BP, la política no es sinónimo de partido político; éste forma una pequeña parte del universo socio-político. No se equivoquen. Con esa visión, la autoridad universitaria segrega al movimiento estudiantil de la participación en los asuntos más importantes de la vida universitaria, identifica, con mala leche, dos conceptos diferentes: la política con partido político. Todo partido político hace política, pero lo contrario no lo es, es decir, la política no se reduce al partido político, es mucho más que eso. Para que el paradigma de apertura a la política avance en el campus, el movimiento estudiantil debe organizarse plural y democráticamente y convertirse en sujeto con voz y decisión, y será él quien represente, hable y difunda sus ideales.

El discurso del nuevo rector refleja un pensamiento senil y anquilosado en marcado en tecnicismo burocráticos. El rector Torres Ortiz es de los nuevos cuadros administrativos y, por ende, su origen y destino es la senil burocracia universitario. Esta niega la libertad de la libre discusión. Confunde política con partido político. Concibe autonomía universitaria con feudo. No distingue las partes del binomio: patrón (rector) y sindicato, como lo establece el contrato colectivo de trabajo. Bien lo dijo el gurú universitario, Fernando Moreno Peña, “en el origen está el destino.” El nuevo rector sigue repitiendo las viejas galimatías.

La juventud biológica no es sinónimo de juventud en el pensamiento. En BP somos contrarios al determinismo biológico. Gracias a la historia queda demostrada la falsedad de la idea divulgada en la década de los 50 y 60`s, por el pensamiento estalinista y hecha propia por los nacionalistas revolucionarios que se agrupaban en el Estado-partido (PRI): “el ser joven y no ser revolucionario es una contradicción”; como ejemplo de la falsedad de la afirmación tenemos a las juventudes hitlerianas.

En nuestros días es manifiesto que los jóvenes son una categoría social compleja, y es gracias a la discusión y lucha como adquieren conciencia revolucionaria, no por cuestión biológica. No aceptamos la teoría positivista. Es esto lo que a la burocracia gubernamental le preocupa, también a la burocracia universitaria, a los empresarios y a la corriente de derecha, quienes buscan evitar a toda costa que germine. Esto invita y ocupa a BP, que toma la estafeta para impulsar las luchas estudiantiles, en lo ideológico, político y cultural y a contribuir así a la generación de la conciencia. ¡Tiremos los muros universitarios que apresan la inteligencia!

III.- POR UNA INSTITUCIÓN DONDE LA NORMA DE CONTRATACIÓN, PERMANENCIA Y PROMOCIÓN SEA PÚBLICA

3.- Para la contratación de profesores e investigadores y del número que se requiere en una universidad no hay una palabra al respecto del recién habitante de la rectoría. Como él mismo lo señala, si crece el número de alumnos debe crecer también el número de infraestructura –recuerden que la autoridad universitaria siempre piensa en infraestructura, claro, por la cantidad de recursos que obtiene-; desde BP señalamos: la Universidad de Colima lo que necesita, urgentemente, es de: bibliotecas y librerías de calidad, investigaciones, investigadores y docentes de tiempo completo. La UdeC necesita más y mejores profesores e investigaciones en las diferentes áreas del conocimiento, más apoyo financiero a proyectos de investigación en áreas de las humanidades, ciencias sociales y ciencias naturales y ciencias formales y un mayor número de profesores-investigadores.

Es urgente establecer la figura de profesor interino y evitar, al momento de jubilarse o renunciar personal administrativo, empleado y docente, las plazas vacantes sean cubiertas inmediatamente, y así evitar que se hable de “ordeña”” de las plazas. Lo anterior, para atender, en todo momento, con personal docente calificado, con calidad y calidez a lxs alumnxs. Hacer de la Universidad de Colima, entonces sí, un centro pleno donde la educación e investigación alcancen altos niveles; un centro educativo en que se respeten los derechos sexuales y reproductivos, laborales y estudiantiles. Que las instalaciones no estén a medio uso; y por último, y no por ello menos importante, aplicar correctamente el presupuesto. Proponemos un presupuesto participativo. Que no haya más elefantes blancos tipo Pinacoteca, Paraninfo, Sala de exposición, Mapoteca, Auditorio Pedro Torres Ortiz, Edificio Miguel de la Madrid, Muros de la dignidad y muchos más.

Las autoridades desconocen –por su provincialismo- que a una universidad no se le mide, internacionalmente, por el número de huelgas, de manera que a más huelgas menor el nivel académico, ni tampoco lo contrario. El asunto es complejo. Hacen una relación simple de suma cero. En la SEP ese es su criterio, lo académico no tiene importancia, su interés es el control político del movimiento estudiantil y de los trabajadores. Su visión es simplista. En cambio, para la comunidad científica y académica lo importante es la producción de investigaciones con apoyo presupuestario, mayor número de patentes, mayor número y calidad de publicaciones y mayor desarrollo intelectual y personal del estudiante y profesor. Y libertad de crítica y participación.

A pesar de que se ha elaborado una narrativa en la Universidad de Colima de la importancia de la investigación y docencia, en los hechos están en el ostracismo. Por más que se hable oficialmente de ellas; insistimos, ni proyecto académico hay para catapultar a la universidad a niveles más altos. El proyecto 20-30 ni siquiera dio su primer paso. Nadie entendió su objetivo. Fue un fracaso total. Es triste ver como languidece una universidad que entre finales de la década de los setentas y principios de los ochenta con el proyecto “Nueva universidad” se generaron expectativas de algo mejor. Eso fue todo.

El eslogan de que la UdeC era una de las mejores universidades del país funcionó durante algún tiempo. En verdad, fue de consumo local y para consumo de la SEP. El contexto de ese “éxito” fue debido a la avalancha de ataques que la derecha –empresarios, burocracia gubernamental, burocracia universitaria e intelectuales orgánicos del régimen- dirigieron contra las universidades que en su seno convivía un movimiento estudiantil vigoroso y sindicatos democráticos, como en la UNAM, UACH, BUAP, UAM, UAG, entre otras. La campaña contra ellas dejaba ver los primeros visos de la política neoliberal en la educación.

Fue sembrada la idea de que las buenas universidades eran aquellas cuyas comunidades acataban las disposiciones de la SEP y de los organismos internacionales y de la burocracia universitaria, cuya mejor expresión era: No levantan la voz. No exigen reglas claras. No discuten las órdenes superiores. No se organizan en sindicatos democráticos. Permitan -con tal de obtener canonjías- que se violente la autonomía universitaria. Sí develan bustos.

Es necesario recordar, la década de los sesenta y setentas eran tiempos en que la reglamentación laboral, en los centros de educación superior, era inexistente. Eran muy raras las convocatorias públicas en prensa nacional y local para concursar por plazas de profesores investigadores. Tampoco había claridad para la promoción de la clave presupuestaria. El permiso para estudiar en el extranjero eran dádivas otorgadas por la autoridad universitaria. No había año sabático. Ni ayudantes de investigación. Ni profesores adjuntos. Ni interinatos. Se formaba muy pocos investigadores y docentes. La Universidad de Colima, aunque el tiempo prosiga, continúa bajo aquella conducta; es una institución que vive en el pasado y nada parece cambiar. Los edificios nuevos no son muestras de transformaciones sustanciales en el ser y hacer universitario.

Lxs trabajadores y lxs estudiantes no deben olvidar, ni por un segundo, que el paso de esta forma de dominación tradicional a una legal racional en varias universidades del país fue producto del sindicalismo democrático universitario contra el que siempre se han opuesto funcionarios de la SEP y la burocracia de las universidades públicas. Como resultado de las huelgas, se formó un entramado que a varios centros de educación superior facilitó, años más tarde, construir, poco a poco, un verdadero espacio de enseñanza e investigación.

Como actor principal de esta transición estaba el sindicalismo universitario que a finales de la década de los setentas fue duramente golpeado, burocratizado y desmembrado. Se rompió la huelga de 1977 del STEUNAM-SPAUNAM; el sindicalismo universitario a partir de entonces sufrió la ofensiva del estado de manera que fue excluido de las consideraciones académicas (la bilateralidad), de las negociaciones salariales al imponerse el tope salarial, y se estableció impedimento legal para la formación del sindicato nacional universitario.

La Universidad de Colima no pasó la etapa de auge del sindicalismo independiente universitario. Tiene un sindicato blanco de tipo patronal (SUTUC). Nunca ha tenido una huelga la casa de estudios no porque no hubiera problemas laborales, sino porque la patronal formó su sindicato a nombre de los trabajadores y, por ende, incapaz de negociar formas justas y racionales de contratación, permanencia y promoción. Los trabajadores universitarios tienen pendiente la tarea de construir un sindicato único de académicos, administrativos y empleados con vida democrática y un proyecto educativo que guie su actuar en el seno universitario. De los errores deben aprender. En su actuar diario y claridad de sus intereses, construirán un sindicato de combate e independiente de la autoridad para contribuir a la edificación de una universidad feminista, crítica, pública, autónoma y democrática.

La disidencia en la universidad es y ha sido casi inexistente. Sus caparachos formados para controlar han funcionado. Los conflictos que han sido calificada bajo la figura de disidencia, en su mayoría han sido grupúsculos desprendidos del núcleo original: el llamado Grupo Universidad. Los menos, que tenían cierta articulación bajo principios político ideológicos y de origen netamente estudiantil, al ser débiles, se le persiguió, cooptó y liquidó. La presencia de unos y otros contribuyen a la explicación de los atrasos y distorsiones en la Universidad de Colima.

IV.- ACU Y CUEG, EJEMPLOS DE SIMULACIÓN EN LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

4.- El señor rector no ha hablado en sus diferentes presentaciones, ni sus oráculos, en sus distintos comentarios, de un tema que está hoy en la mesa de la discusión en las instituciones de educación superior en la república mexicana, por el empuje del movimiento feminista: la violencia de género.

Ningún caparacho burocrático que supuestamente representa a diversos sectores universitarios de nuestra casa de estudios, como lo son la Federación de Estudiantes de Colima, Federación de Egresados de la Universidad de Colima, Sindicato Único de la Universidad de Colima, y la Asociación Colimense de Universitarias, todos con composición de mujeres en sus respectivas filas, ha dicho algo acerca de la violencia de género y sobre el aberrante Protocolo para la Atención Integral de la Violencia de Género. Ni siquiera solicitaron la realización de foros para su discusión.

El BP exige que se abra la discusión de un nuevo protocolo cuando se regrese a clases presenciales. El caso que más debiera sorprender es el silencio de la ACU formalmente implicada en la atención de la problemática de la mujer, como el acoso, sin embargo, nada dijo, y lo que más preocupa a la comunidad universitaria es que ni a título personal sus “célebres” integrantes levantaron la voz. El silencio es cómplice. Esta era la situación hasta hace unos días en que el rector, sin el más mínimo respeto a los estatutos de la ACU, nombró y tomó protesta a la mesa directiva de esa organización que ahora está encabezada por la directora del Centro “fantasma” Universitario de Estudio de Género, Ana Azucena Evangelista Salazar, en cuyo evento, con la mayor de las sumisiones, dio su apoyo al fraudulento protocolo contra la violencia que generó la autoridad universitaria. Sus intereses de las integrantes de la ACU y de su actual presidenta nada tienen que ver con la lucha sería y firme que las mujeres llevan a cabo en nuestros días contra la violencia de genero. Sus intereses son escalar en la estructura universitaria. Ante ese comportamiento, lxs universitarixs debemos exigir, por ética, la desaparición de esa asociación. Tarea que tiene el movimiento democrático estudiantil y lxs trabajadorxs que acompañan al movimiento de las mujeres contra la violencia de género. No a la autoridad. Una universidad democrática, feminista y crítica será obra de lxs estudiantes y de lxs trabajadorxs, de nadie más.

Ese comportamiento tiene su explicación en la razón que dio vida a la organización de mujeres en la UdeC. Es una organización claramente burguesa en su visión del mundo y discriminatoria; su lucha es en beneficio de las mujeres académicamente formadas. Nada más hay que revisar los cargos administrativos en la estructura universitaria que tienen las dirigentes de la ACU. Por cierto, es importante llamar la atención, en ella no participan trabajadoras administrativas y de servicios. Están excluidas. Por eso su visión de equidad de género es de tipo burgués sin mayor contenido. La actitud de la ACU se inscribe en el conocido feminismo blanco. Este tipo de feminismo, en México, no hace referencia al color –raza- de la persona por las propias características de su gente (mestiza), sino está vinculado en exclusivo a la movilidad ascendente individual de la mujer de estrato medio, sin importarle asunto de derechos sociales; por el carácter de lucha al que se circunscribe, evita la interseccionalidad que posibilita construir alianzas entre distintas clases y categorías sociales.

Ese carácter explica por qué se ha mantenido la ACU al margen de las demandas de las trabajadoras y las estudiantes, y guardado silencio cómplice hasta en asuntos tan delicados como el problema de acoso y del fraudulento Protocolo universitario elaborado a favor de los acosadores en detrimento de la víctima. Es lamentable el silencio de esa organización. Es urgente que las mujeres inicien un proceso de ingeniería social para la construcción, en todos los planteles universitarios, de células que promuevan la formación de un Bloque contra la violencia de Género con perspectiva de clase. Que el grito de lucha de las universitarias este 8 de marzo sea: ¡Muera la ACU! ¡Por un nuevo Protocolo contra la violencia y el acoso en la UdeC!

5.- Otro aspecto del mismo asunto, es decir, de la simulación de la burocracia universitarias en el supuesto combate de la violencia de género y en el estudio de ésta, es el caso del Centro Fantasma Universitario de Estudios de Género (CUEG) que es mencionado en el Protocolo como núcleo de estudio de Género en la institución, y en los hechos es inexistente. Al respeto, qué dice la ACU. Otra vez: ¡NADA!

El Centro se formó en 1994, no por iniciativa de las universitarias sino por mandato expreso de la autoridad al suscribir los acuerdos de la Reunión de Directores y Rectores de la ANUIES. La única función que ha tenido por años es compiladora de artículos para la revista Géneros, es todo. Únicamente cuenta con una investigadora y es su directora, adscrita a la Facultad de Pedagogía y ahora, por cierto, presidenta del membrete ACU, recién nombrada por el rector Torres Ortiz. El resto del personal del Centro fantasmagórico es administrativo. Es decir, es un Centro de investigaciones que no hace investigaciones. En verdad, muy kafkiano el asunto. Es una burla para el verdadero feminismo universitario. Uno pregunta ¿para qué pues sirve el CUEG? ¿para mantener aviadorxs? En su página de internet se puede leer: “El Centro Universitario de Estudios de Género no cuenta con personal docente adscrito” (Informe de labores 2019). BP reitera, por lo antes señalado, lxs estudiantes y profesorxs deben impulsar un Foro Universitario con capacidad resolutiva en que se discuta a qué modelo organizativo se sujetará la institución, el modelo que llamamos hibrido o al clásico. Al mismo tiempo deben desaparecer estas figuras fantasmas por las que se erogan recursos y miente a la comunidad universitaria. ¡Ya no más simulaciones en la lucha contra la violencia de la mujer! La autoridad debe comprometerse firme y claramente a subsidiar proyectos de investigación que aborden la violencia de género desde distintos campos del conocimiento. ¡No más simulaciones, que se cierre el CUEG!

6.- Para tener la Universidad de Colima una verdadera comunidad universitaria (sociedad civil) solo será posible con la organización democrática de estudiantes y trabajadores; no podemos ni debemos caminar acorde a los intereses de la rectoría y autoridades (Sociedad Política) pues estos tienen interés y horizontes que no embonan con la sociedad civil. El de ellos es el control del movimiento estudiantil, el ascenso en la jerarquía burocrática y el enriquecimiento monetario; el de la sociedad civil es la construcción de una universidad democrática, feminista, científica y gratuita.

Los puntos aquí señalados son propósitos para, desde la sociedad civil, abrir una grieta de la que emerja la fuerza plebeya de la verdadera comunidad universitaria que al mismo tiempo que destruye estructuras anquilosadas edifica nuevas y vigorosas. Son tiempos difíciles que muestran que la burocracia política y la burocracia universitaria no tienen los talantes para entrar al nuevo siglo. Su visión e intereses se los impide. No se trata de dar pinceladas, ni de amenazas veladas ni de decisiones y actitudes extraordinarias, de lo que se trata, y eso es lo que queremos, es de construir un mural que represente el verdadero y plural sentir de los integrantes universitarios. ¡A construir el Bloque Popular Universitario! Iniciemos la marcha por una universidad donde sus miembros sueñen y aprendan a reflexionar, a promover y respetar derechos civiles, derechos laborales, derechos sexuales y reproductivos; a imaginar lo imposible y luchar por él.