¿Pueden los partidos políticos ser feministas?

Categoría: OPINION Escrito por Lourdes Pacheco*

 

El movimiento feminista

 no pretende cambiar a las mujeres, 

sino cambiar al  mundo.

 

Argos Panoptes, en la mitología griega era un gigante con cien ojos. Los ojos dormían alternadamente, por lo que, al tener siempre ojos abiertos, se le consideraba un guardián perfecto. Hesíodo lo considera monstruo en la Teogonía.

De la misma manera podemos considerar a los partidos políticos respecto de las mujeres: cuando se logran avances para la libertad e igualdad de las mujeres, ahí están los partidos políticos con sus múltiples prácticas para buscar la forma de hacer retroceder esos avances. Los partidos políticos fueron clasificados como de derecha e izquierda respecto al mantenimiento del status quo. En cuanto más se alejaran del centro para hacer una revolución, se consideraban de izquierda; en tanto que su alejamiento del centro para ahondar en el conservadurismo, hizo que se les considerara de derecha.

Para los partidos políticos del Estado moderno, la contradicción principal era la referida al capital-trabajo. De ahí que el sujeto de las transformaciones hayan sido los trabajadores. Esa visión obnubiló otro tipo de tensiones y conflictos en las sociedades latinoamericanas: las de los pueblos indígenas, los pueblos campesinos, las juveniles y desde luego, las correspondientes a las mujeres y sus derechos.

Recuerdo las discusiones en la década de los ochenta, cuando se dio la conformación de la izquierda mexicana en el PSUM (Partido Socialista Unificado de México), donde las demandas de las mujeres eran consideradas como “demandas burguesas”, “contradicciones secundarias” o “traición ideológica”. En ese análisis, lo principal era luchar por el triunfo de los trabajadores, lo que traería aparejada la solución de otros conflictos. Por cierto, en esa época se nos decía que las demandas feministas correspondían a los países desarrollados, pero “mira, compañera, nuestra realidad es otra; aquí tenemos necesidades básicas. No somos Inglaterra ni Alemania”. Las demandas de las mujeres, sistemáticamente, fueron arrojadas al basurero, en los partidos políticos. 

Tuvo que consolidarse un movimiento feminista fuerte tanto en la academia como en la acción, para permear la democracia y el sentido común. Los avances desde el ámbito internacional, a partir de los Convenios y Tratados firmados por México han sido clave para hacer avanzar la normatividad de igualdad de representación de las mujeres. El movimiento feminista se piensa como un movimiento de izquierda, no porque pertenezca a un partido político de tal tendencia, sino porque sus postulados tienden a conformar otro orden social a partir de relaciones igualitarias del colectivo mujeres respecto del colectivo hombres. Relaciones igualitarias tanto en el imaginario colectivo, en el ámbito del conocimiento, en la economía, en el simbolismo, en la política, en la práctica; en todo.

Actualmente, el feminismo protagonizado por las juventudes articuladas alrededor del ocho de marzo, se articula sin partido. Los partidos políticos no saben qué hacer con ello, como tampoco lo sabe el gobierno. Aunque los Estatutos de los partidos hablan de igualdad entre mujeres y hombres, en la práctica, se muestran ciegos y sordos ante un nuevo actor social y político que desborda las definiciones de la igualdad domada que quieren ejercer los gerentes de los partidos políticos. El feminismo contemporáneo está dispuesto a romper todas las ventanas, a tirar todas las estatuas para lograr un cambio. 

Quizá los hombres de los partidos políticos ya no tengan conciencia de clase, pero sí tienen consciencia como colectivo de hombres.

Por eso, los partidos políticos no pueden ser feministas. Ni los de izquierda ni los de derecha; ni los de arriba o los de abajo: son complicidades entre hombres para pasarse, entre ellos, el poder, dejando intactas las relaciones asimétricas de género. En eso, están de acuerdo. Los partidos políticos están ahí, como Argos Panopte, con sus cien ojos viendo por dónde avanzan las mujeres para encontrar vías de obstaculización. Si logran cuotas electorales, consiguen candados para impedirlas; si conseguimos la paridad, buscan artimañas para retrasarla; si obtuvimos normatividad contra la violencia política, ensalzan a candidatos misóginos. 

Los partidos políticos son el monstruo de los cien ojos, cien brazos, cien artimañas para retrasar el avance político de las mujeres y no, no pueden ser feministas.

 

*Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 7 de abril de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: