Desapariciones masivas en Nayarit: seis años de impunidad

                                                                                          Foto: A Dónde van los desaparecidos

 

Por Efraín Tzuc

La madrugada de ese viernes 8 de septiembre de 2017, unas ocho personas bajaron de las dos camionetas que se estacionaron frente a la casa ubicada en el poniente de Tepic, Nayarit. No tardaron más de 25 minutos dentro del lugar. Ese tiempo fue suficiente para que activaran su operativo de desaparición de personas.

Janeth Ramírez no olvida esa madrugada. A punta de golpes de marro, uno de los hombres tumbó la puerta principal. Cuando trataba de derribar la segunda puerta, amenazó a José Antonio Ramírez. Iban por él, no había duda. El hermano de Janeth se sentó en un sillón y agarró un palo, como para defenderse de lo indefendible. Ella se encerró en una habitación junto con su madre y otros cuatro familiares.

Cuando se lo llevaron, José Antonio tenía 30 años. Seis años después, su familia sigue sin saber por qué fueron por él, por qué lo desaparecieron.

En 2017, Nayarit se convirtió en un epicentro de la desaparición. Tan sólo en la semana del 4 al 10 de septiembre de ese año, además de José Antonio al menos otras 19 personas fueron desaparecidas en la ciudad de Tepic. Ese número surge de una base de datos elaborada por Quinto Elemento Lab, a partir de fichas de búsqueda públicas, entrevistas a familiares, informes de organizaciones civiles y documentos oficiales.

Los datos también muestran que entre junio y septiembre de 2017, al menos, 15 episodios masivos en los que se llevaron del mismo lugar y día a entre dos y cinco personas.

A diferencia de Acapulco, Tijuana o Matamoros, los habitantes de Tepic no sabían lo que era vivir en un territorio herido por la ausencia de los desaparecidos. “Tenías la confianza de mandar a tu niño en la noche a la calle, de salir ya tarde sin ningún problema, porque no había tanto levantón, no había tanto enfrentamiento, no había tanto tiroteo”, recuerda Janeth Ramírez.

En Tepic, la desaparición de personas llegó como un alud a partir de junio de 2017. El efecto expansivo de esa violencia también se sintió en los municipios vecinos de San Blas y Xalisco. Eso es lo que muestran los datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), analizados por Quinto Elemento Lab.

Durante una década, de 2006 a 2016, en promedio, 18 personas fueron desaparecidas al año en todo el estado. Para 2017, esa cifra se multiplicó. Tan sólo entre junio y septiembre, se dejó de saber de 150 personas. Los datos oficiales reconocen a 221 víctimas durante todo ese año, aunque el conteo de Quinto Elemento Lab alcanza las 250.

En el caso de José Antonio, así como en 47 personas más, existen evidencias de que se trata de desapariciones forzadas. Es decir, habrían sido cometidas por servidores públicos de la Fiscalía General de Nayarit (FGE), su cuerpo de élite, la Policía Nayarit o alguna policía municipal, según documentó la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la organización mexicana Idheas, Litigio Estratégico al entrevistarse con un centenar de familiares de las víctimas.

“Llegaban en camionetas blancas, con marros de cemento, golpeaban las puertas. Tenían identificados a los jóvenes. Preguntaban por ellos en las casas y los sacaban. Tenían a personas que los apuntaban en la calle, como: ‘es él, es él’”, recuerda Cristina Lozano, quien hasta mayo de 2022 era abogada en Idheas.

El despunte de las desapariciones ocurrió después de la elección por la gubernatura de Nayarit, el 4 de junio de 2017. Ese día, el Partido de la Revolución Institucional (PRI), al que pertenecía el mandatario en turno Roberto Sandoval, perdió frente al candidato del Partido Acción Nacional (PAN), Antonio Echevarría. Los eventos de desaparición de personas  cayeron con la misma intensidad a finales de septiembre, cuando Sandoval dejó el cargo.

Seis años después de que Nayarit sufrió varios episodios de desapariciones masivas y forzadas, las investigaciones no avanzan a nivel estatal, pero tampoco en el ámbito federal. Las mismas familias han identificado que algunos de los presuntos perpetradores continúan trabajando para la Fiscalía General del Estado y para otras policías en la entidad.

Ser desaparecido por elementos de la fiscalía

Los relatos de las familias son similares. Los agresores casi siempre llegaban en dos camionetas Honda CRV de color claro, en algunas ocasiones en una Jeep Patriot y una Tahoma. Entraban a los domicilios o establecimientos comerciales, tomaban a las personas que tenían claramente identificadas y las subían a las camionetas que estaban equipadas con “códigos”, así se les llama a las luces rojas y azules que llevan algunos vehículos de seguridad.

El jueves 22 de junio de 2017 ocurrió uno de los primeros episodios de desaparición masiva registrados en Nayarit. Por lo menos a once personas se las llevaron por la fuerza, a seis de ellas las sacaron de su domicilio o de un establecimiento comercial. Los registros realizados por colectivos de búsqueda en Nayarit señalan que ese día podrían haber desaparecido hasta 21 personas.

Ese día, después de las 18:30, en tres camionetas se llevaron a Alejandro López Jara, a otros tres hombres y a una mujer. Ni uno rebasaba los 25 años. Los cinco acaban de coincidir en el mismo domicilio del fraccionamiento Villas del Prado, al sureste de Tepic.

Rosa María Jara, madre de Alejandro, recreó lo que sucedió a partir de testigos de la escena. Su hijo se encontraba en una moto, junto con otro muchacho. Estaban a punto de irse, cuando los embistió una camioneta Jeep Patriot negra, acompañando a ese vehículo iban dos más: una Tacoma gris y una CRV blanca.

A no más de cuatro kilómetros de ahí, casi media hora después, una escena similar sucedió en un domicilio del fraccionamiento Jacarandas: tres hombres fueron llevados a la fuerza en los mismos vehículos. “Se presume que nuestros hijos iban arriba de las camionetas todavía”, dice Rosa María Jara.

Cerca de las diez de la noche de ese día, también en tres camionetas llegaron por dos jóvenes más en la colonia Lagos del Country, uno de ellos era Santiago Eloir Pérez Reyes, de 28 años. “Se lo llevaron, señora, gente de la fiscalía”, le dijo a Alejandra Pérez Reyes, su hermana, una persona que respondió a su pedido de ayuda en redes sociales.

El registro de la ubicación del celular de Alejandro López Jara, que las autoridades han mostrado a su madre, permite ver el movimiento del comando de los fraccionamientos Villas del Prado a Jacarandas.

La madrugada del 25 de junio, los vehículos —una camioneta negra, una roja y dos blancas con vidrios polarizados y sin placas— fueron vistos en el fraccionamiento Jacarandas. Al menos se habrían llevado a tres jóvenes.

En agosto de 2017, las desapariciones continuaron. El 13 de ese mes un comando armado llegó a una fiesta en la colonia Miguel Hidalgo, a unos 500 metros de la fiscalía. Tania Guzmán, de entonces 23 años, estaba fuera de la casa y miró las tres camionetas en las que llegaron aquellos hombres: “Corro y me meto a la casa donde estábamos. Subo al segundo piso y lo primero que hago es meterme debajo de la cama, pero no cabía, entonces no tuve otra opción más que meterme al clóset”.

Cuando decidió salir de su escondite y bajar las escaleras se enteró de que el comando se llevó a su papá, Rogelio Guzmán, de 47 años, y a Jesús Antonio Pinzón, de 23 años.

Un par de días después, cuando intentaban tramitar la denuncia por las desapariciones, Tania y su mamá vieron salir de las instalaciones de la fiscalía a dos de las camionetas en las que se llevaron Rogelio Guzmán y a Jesús Antonio: la CRV blanca y la otra gris.

La última ola de desapariciones masivas de ese 2017 ocurrió cuatro días después de que el priista Roberto Sandoval le entregara el cargo como gobernador al panista Antonio Echevarría. El 23 de septiembre de 2017, al menos siete personas fueron desaparecidas en Tepic. En uno de los casos, los perpetradores vestían uniformes de la Policía Municipal, de acuerdo con una recomendación de la Comisión de Derechos Humanos del estado, emitida en 2021.

“No eran casos aislados”, dice Alejandra Pérez, hermana de Santiago Pérez. “El 90% de las víctimas estaban relacionados entre sí de alguna manera, tenían amigos en común, vivían en fraccionamientos específicos: Jacarandas, Lagos del Country, Villas del Roble”. También en las colonias 2 de agosto, Villas del Prado, Lomas de la Laguna y el Rodeo. La mayoría están en el sureste de la ciudad, a menos de cinco kilómetros de la misma fiscalía.

Los herederos de El Diablo

El exfiscal Édgar Veytia Cambero es un hombre de semblante recio, con un prominente bigote, de palabra fuerte y arrogante que construyó su carrera política de la mano del priista Roberto Sandoval, quien ocupó la presidencia municipal de Tepic en 2011 y lo designó, primero, director de tránsito y, después, secretario de seguridad pública. También lo hizo su compadre.

Al llegar a la gubernatura, en septiembre de 2011, Sandoval nombró a Veytia subprocurador. En 2013 lo designó Fiscal General del Estado de Nayarit. La fiscalía fue su reino hasta que el 27 de marzo de 2017, fue detenido en San Diego, California.

La acusación de las autoridades estadounidenses —que Veytia aceptó— indica que, al menos, desde 2013 el entonces fiscal y un grupo de policías corruptos protegían al cartel liderado por Juan Francisco Patrón Sánchez, el H2. Incluso, atacaban a sus rivales a cambio de millones de dólares de sobornos que recibía mes con mes. También iniciaron su propio emprendimiento criminal abusando de su cargo y sumando alianzas con servidores públicos de otras instancias, jueces y notarios para despojar a los pobladores de propiedades que le interesaban, como reveló una investigación de Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad (MCCI) publicada en 2019.

El ocaso de Veytia comenzó el 9 de febrero de 2017, en un operativo hollywoodesco en el que elementos de la Secretaría de Marina, desde un helicóptero Black Hawk, atacaron una casa en la colonia Linda Vista, al noreste de Tepic. Ahí, supuestamente, estaba Juan Francisco Patrón Sánchez, líder de los H, grupo criminal que operaba principalmente en Nayarit y surgió del cártel de los hermanos Beltrán Leyva.

De acuerdo con el exsecretario de seguridad de Nayarit, Javier Herrera Valles y un análisis de contexto realizado por la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) en 2022, Veytia decidió entregar al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) el control de Nayarit. Ese nuevo pacto duró hasta que el fiscal fue detenido en San Diego, Estados Unidos.

Casi tres meses después de su detención, los operativos para desaparecer personas comenzaron a ser cada vez más recurrentes en Nayarit.

Ninguna autoridad ha podido explicar por qué las desapariciones se dispararon de junio a septiembre de 2017. La información que han recabado las propias familias indica que dentro y fuera de la fiscalía había una disputa por el control del trasiego y venta de droga.

En una entrevista realizada en marzo de 2018, el exsecretario Javier Herrera Valles, afirmó que, después del asesinato de Patrón Sánchez, Veytia buscó quedarse con el control del estado y que, al ser detenido, un grupo de unos 12 elementos de la fiscalía se quedaron “cometiendo atrocidad y media”.

Semanas después, en una reunión con diputados locales, Herrera Valles reiteró que en el clima de violencia que vivía Nayarit habrían estado involucrados tres grupos distintos: Los H —agrupados en torno a Yahir Patrón, hijo de Juan Francisco Patrón—, elementos de la fiscalía, en particular el comandante Luis Antonio Torres Valdivia, que se alió con Juan Martín Rivas alias El H18, y el Cártel Jalisco Nueva Generación, con quienes Veytia habría pactado antes de ser detenido.

Un reportaje publicado en la revista Proceso en 2017 señala que Torres Valdivia era cercano a Édgar Veytia Cambero, desde que éste era Secretario de Seguridad Pública, Tránsito y Vialidad de Tepic. Esa cercanía continuó cuando Veytia fue nombrado Fiscal General del Estado.

En 2019, Veytia se declaró culpable de conspirar con el grupo de Patrón Sánchez para traficar droga en Estados Unidos. Purga una condena de 20 años es una prisión federal de ese país y ha dado información a las autoridades estadounidenses relacionada con el general Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa Nacional del gobierno de Enrique Peña Nieto, y de Genaro García Luna, quien fue titular de la Policía Federal bajo la administración de Felipe Calderón.

El exgobernador nayarita Roberto Sandoval no tuvo mejor suerte: en 2019 la Oficina de Control de Activos del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC, por sus siglas en inglés) lo incluyó en su “lista negra” por presuntamente haber recibido sobornos del CJNG a cambio de protección e información. En México, la FGR inició una investigación en su contra por operaciones con recursos de procedencia ilícita. Desde junio de 2021, Sandoval se encuentra en prisión a la espera de que inicie su juicio.

Quinto Elemento Lab buscó a la Fiscalía General de la República para conocer si Veytia y Sandoval están siendo investigados por las desapariciones forzadas que ocurrieron en Nayarit en 2017. No se tuvo respuesta. También se solicitó entrevista con las autoridades de la Fiscalía General de Nayarit. El resultado también fue el silencio.

Familiares de personas desaparecidas en ese 2017 identifican con nombre y apellido a varios de los elementos de la fiscalía que presuntamente realizaron las desapariciones. En seis años, han visto a uno de ellos jubilarse; supieron que otro fue asesinado junto con su escolta; sobre un par saben que continúan en instituciones de seguridad pública distintas a la FGE o en unidades municipales de la misma fiscalía. También han visto pasar las investigaciones de manos de la FGE a la Fiscalía General de la República. Aun así, no hay avances sustanciales.

Desenterrar la verdad

Janeth Ramírez dice que el corazón le avisó que aquel cuerpo era de su hermano José Antonio. Era febrero de 2018. La noticia le llegó por el chat de WhatsApp del colectivo en el que participa, “Por nuestros corazones y una búsqueda de amor”. Dijeron que uno de los cuerpos recuperados en una fosa clandestina recién encontrada en la localidad de Testerazo, Xalisco, tenía una placa metálica. Su hermano llevaba una en el brazo izquierdo. Personal de la FGE se lo confirmó siete meses después.

La suerte de José Antonio fue la misma que la de otras 18 personas desaparecidas entre el 13 de agosto y el 8 de septiembre de 2017. Sus cuerpos fueron recuperados de tres entierros ilegales encontrados en la misma zona del municipio de Xalisco. De un cuerpo que se encontraba en una de esas fosas, no se pudo averiguar la fecha de desaparición. Seis cuerpos más siguen como no identificados.

En Nayarit, las fosas brotaron y brotaron desde 2017, año en el que se encontraron seis entierros ilegales de los que se recuperaron 18 cuerpos. Al año siguiente los hallazgos fueron masivos: al menos en otras siete fosas se ocultó a 55 cuerpos. En 2019 se encontraron cuatro más con 36 personas fallecidas y en 2020 una con nueve cuerpos. Todas las víctimas habían sido desaparecidas entre junio y octubre de 2017, según identificó Quinto Elemento Lab a partir de un documento de análisis de contexto elaborado por la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), entrevistas a familiares y respuestas de transparencia otorgadas por la fiscalía nayarita.

Hasta junio de 2023, de los 118 cuerpos hallados en fosas, 42 no habían recuperado su identidad.

Las fosas revelaron parte del modus operandi de los perpetradores: en cada una de ellas se encontraron personas que fueron sustraídas en el mismo lugar, el mismo día o en días próximos.

Dos personas que lograron escapar de los captores y contaron a familiares y autoridades lo ocurrido, aseguraron que a las víctimas las retenían en casas de seguridad por días. Ahí, todas eran torturadas. Las mujeres sufrían violaciones. Después, los llevaban a parajes aislados, aunque de fácil acceso. Algunos no llegaban con vida y, quienes sí, eran asesinados a tiros en el lugar.

La mayoría de las fosas clandestinas fueron encontradas en el municipio de Xalisco, cerca del aeropuerto de Tepic y a espaldas de la Unidad Académica de Agricultura de la Universidad Autónoma de Nayarit. En enero de 2018, en ese lugar se localizaron tres entierros ilegales de los que se recuperaron 33 personas que habían sido desaparecidas entre el 3 y el 20 de junio de 2017.

Ocho de las nueve víctimas del 22 de junio fueron enterradas juntas, en una fosa descubierta en enero de 2019 en el Pantanal, a unos siete kilómetros del aeropuerto de Tepic. Ahí mismo estaban tres hombres a quienes se llevaron el 25 de ese mismo mes y otras siete personas que, hasta mediados de 2023, no habían sido identificadas.

Con las fosas también se han desenterrado indicios sobre los posibles perpetradores de las desapariciones. En un análisis de la CNB, se menciona que en los entierros encontrados en mayo de 2018 había uniformes de la Policía Nayarit.

LAS FOSAS DE NAYARIT

Al menos, unas 118 personas desaparecidas en 2017 han sido localizadas en fosas clandestinas, la mayoría en el municipio de Xalisco, contiguo a Tepic. Las fosas revelan parte del modus operandi de las desapariciones: personas a quienes sustrajeron en el mismo día o en la misma semana fueron enterradas juntas.

Los círculos representan las fosas clandestinas mientras que, en la parte inferior, cada rectángulo es una desaparición. Puedes seleccionar las fosas para ver más detalles sobre el hallazgo.

Visualización: Daniel Gómez Hernández

Desdibujar las desapariciones forzadas

En enero de 2022, la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) publicó un análisis de contexto sobre las desapariciones de Nayarit. El documento fue elaborado por petición del Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas (Comité CED).

Según la CNB, las desapariciones se explican por una venganza de la célula del cártel de los Beltrán Leyva en Nayarit, Los H, contra elementos de la fiscalía estatal, con quienes habían trabajado en alianza hasta febrero de 2017, cuando Veytia los traiciona y entrega a su líder, Juan Francisco Sánchez Patrón a la Secretaría de la Marina.

Por algún motivo, que en más de cien páginas la CNB no demuestra, “la gente de la fiscalía negocia (con Los H) y les entrega a esos jóvenes y a otras personas que ya habían trabajado para la fiscalía”.

A los colectivos de búsqueda les presentaron una versión incompleta del documento, una semana antes de que llegara a México una representación del Comité CED de Naciones Unidas, a finales de noviembre de 2021. El documento final lo conocieron en enero de 2022.

Después de la publicación del documento final, familiares de los desaparecidos se reunieron con funcionarios de la Comisión Nacional de Búsqueda. Ahí, Alejandra Pérez les reclamó: “¿Por qué no hay un análisis con una estructura criminal sobre la Fiscalía del Estado?”

Para el abogado de Idheas, Michel Cervantes, el documento “atenúa las desapariciones forzadas, (así como) la responsabilidad del estado de Nayarit en cuanto a la comisión de las desapariciones”. La abogada Cristina Lozano, que estuvo en la misma organización hasta mayo de 2022, considera que ese análisis de contexto criminaliza a los jóvenes desaparecidos al vincularlos con los grupos criminales o por ser consumidores o exconsumidores de alguna droga, lo cual no justifica su desaparición.

“Faltó señalar a la fiscalía con la misma precisión que están diciendo que nuestros desaparecidos estaban relacionados con esas bandas”, considera Leticia Pinzón, madre de Jesús Antonio.

La comisión también se comprometió a elaborar un plan de búsqueda para las familias nayaritas, pero sólo envió un borrador hace más de un año.

En junio de 2023, un Tribunal Colegiado ordenó a la CNB no considerar el análisis de contexto como un documento oficial y dejar de difundirlo. Eso fue resultado de un amparo que presentó el exgobernador Roberto Sandoval al considerar que el documento violaba su derecho a la presunción de inocencia.

En su sentencia, el Cuatro Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, identificó que en el documento “se observan afirmaciones con relación a que el hoy quejoso (Roberto Sandoval) tuvo nexos con el crimen organizado y que encabezó una estructura criminal, lo cual, de manera indirecta hace presumir que es responsable de las desapariciones de personas durante su encargo”.

Quinto Elemento Lab solicitó entrevista a la CNB, pero no tuvo respuesta.

La tragedia común

Rosa María Jara no conocía a Alejandra Pérez hasta que se encontraron en la búsqueda. El hijo de Rosa María y el hermano de Alejandra son dos de las, al menos, once personas que desaparecieron el 22 de junio de 2017.

Lo mismo pasó con Leticia Pinzón y Tania Guzmán. A sus familiares, los desaparecieron en la misma fiesta.

Las cuatro mujeres llegaron a la fiscalía para preguntar si su familiar estaba detenido o para tramitar la denuncia por desaparición. En esas oficinas empezaron a notar que había decenas de desaparecidos.

“Tepic es muy pequeño. Se empiezan a llevar a los primeros jóvenes y una mamá empieza a conectar a otra y a otra. Así es como surge el primer colectivo, con las 21 desapariciones. Nos comenzamos a organizar en el mes de junio de 2017”, recuerda Alejandra Pérez.

El 30 de agosto —Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada— se fundó formalmente el Colectivo Familias Unidas por Nayarit, al cual pertenece Alejandra Pérez. Ya las familias habían organizado una primera protesta frente al palacio de gobierno y una huelga en la delegación de la entonces Procuraduría General de la República en Tepic y lograron que ahí les recibieran sus denuncias. El 4 de agosto se reunieron con el entonces gobernador, Roberto Sandoval. Un día después, la fiscalía anunció el hallazgo de la primera fosa clandestina.

Los colectivos fueron creciendo conforme se extendían las desapariciones por Tepic y sus municipios cercanos. Como en gran parte del país, han sido estas agrupaciones de familiares las que empezaron a recorrer parajes en la búsqueda de fosas clandestinas. También son las que han enfrentado a la fiscalía.

En julio de 2018, por ejemplo, la fiscalía estatal presentó al comandante Salvador Aguilar Brito como el nuevo encargado de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía Especializada en Investigación de Personas Desaparecidas. Las familias recordaron que el nombre del funcionario se encontraba en varias carpetas de investigación. Una madre lo acusó de haberse llevado a su hijo.

Los colectivos exigieron al fiscal Petronilo Díaz retirar del cargo al comandante Aguilar Brito, pero únicamente lo movió a otra unidad de la misma institución, de acuerdo con las líderes de los colectivos entrevistadas. Quinto Elemento Lab confirmó que, en abril de 2023, el comandante seguía en la nómina de la FGE.

Obstaculizar la verdad

En diciembre de 2022, durante una reunión con autoridades federales y del estado de Nayarit, Rosa María Jara reclamó que la fiscalía estatal destruyó evidencia recuperada de la fosa clandestina donde fue encontrado su hijo. Entre quienes escucharon su reclamo estaban el subsecretario de derechos humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas; el gobernador de Nayarit, Miguel Ángel Navarro, y el fiscal local, Petronilo Díaz Ponce.

“Le dije al licenciado Encinas que me ayudaran en un tema que a mí me duele mucho. ‘Las prendas de una fosa clandestina —le dije—, donde estuvo mi hijo, fueron destruidas sin sustento alguno’”.

El 14 de abril pasado, una investigación de la periodista Karina Cancino publicada en Aristegui Noticias, reveló que la fiscal especializada en investigación de personas desaparecidas de la FGE, alegó que se destruyeron las evidencias “por presentar (sic) fuente de infección que pone en riesgo la salud pública”.

Se trataba de vestimentas y objetos —incluso metálicos— localizados en una fosa clandestina en donde se encontraron los cuerpos de 21 personas que fueron víctimas de desapariciones masivas en junio de 2017. Algunos objetos podrían pertenecer a elementos de la Fiscalía General del estado de Nayarit, aseguraron Rosa María Jara y Alejandra Pérez. Su hermano fue encontrado en la misma fosa.

La pérdida de pruebas que serían clave para la investigación no es el único obstáculo que ha puesto la Fiscalía estatal encabezada por Petronilo Díaz. La propia FGR reconoció —en respuesta a solicitudes de información— que las carpetas de investigación iniciadas desde 2017 por su homóloga local le fueron entregadas incompletas.

“(…) a la fecha no se han remitido todos los datos de prueba que fueron teóricamente recabadas por la Fiscalía Estatal de Nayarit, asimismo se tiene conocimiento que se han destruido datos de prueba como escuchas, datos conservados, además de contaminado las diligencias de campo por nombrar algunas”, se lee en uno de los oficios que la FGR remitió al INAI, como parte de un proceso de recurso de revisión presentado por Quinto Elemento Lab.

Esto coincide con los testimonios de cuatro familiares que denunciaron el “rasuramiento” de los expedientes de sus familiares. Entre los documentos faltantes hay registro de llamadas y mensajes del celular de una persona desaparecida, dictámenes forenses e, incluso, un expediente completo que simplemente no llegó de la fiscalía estatal a la FGR.

De hecho, la FGR prácticamente tuvo que “arrebatarle” a la fiscalía estatal los expedientes de decenas de casos de personas desaparecidas en Nayarit.

El 14 de diciembre de 2020, personal de la FGR, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) se reunieron para coordinar el operativo en el que se llevarían las carpetas de investigación de la Fiscalía de Nayarit.

En la minuta de la reunión, que fue reenviada de un correo de la Sedena, que aparece en la filtración del grupo Guacamaya, se resumen los puntos acordados y se advierte que “hay gente involucrada en la Fiscalía” y que, si no cooperaba la fiscalía local, se solicitaría una orden de cateo “con fines de exhumación”. Esta orden tendría que ver con una sospecha de los familiares. Para ellos no es descabellado pensar que en el interior de la fiscalía hay fosas en donde se enterró a algunas víctimas.

El operativo que se menciona en la minuta de la reunión ocurrió el 17 de diciembre de 2020. Un convoy de unas diez camionetas llegó a la sede de la fiscalía del estado en Tepic, con una orden judicial.

De acuerdo con un reportaje publicado en Milenio, “elementos de la Fiscalía de Nayarit, en un principio, no dejaban ingresar al personal de la FGR”. En su versión, la FGE aseguró que “en todo momento existió el diálogo institucional y la disponibilidad de la fiscalía para facilitar cualquier acto de investigación”.

La institución dirigida por Alejandro Gertz reconoció en un oficio enviado al INAI, como parte del mismo proceso de acceso a la información pública, que “(…) tuvo la necesidad de catear a la Fiscalía Estatal, en 2020” y que, debido a eso, su personal tiene “vetado el derecho de acercarse a la dicha Fiscalía”.

En ese mismo documento, la FGR señala que “han existido enfrentamientos armados entre personal de esta FGR, en conjunto con Guardia Nacional en contra los servidores públicos de la Fiscalía Estatal, lo que ha generado inclusive pérdidas de vidas humanas”.

Los obstáculos para investigar las desapariciones forzadas en Nayarit  también han estado presentes en la FGR. En uno de los oficios entregados al INAI, la dependencia encabezada por Alejandro Gertz Manero reconoce que “se detectaron irregularidades y ciertos retrasos en las diligencias para obtención de datos de pruebas, así como omisiones en solicitudes de actos de investigación necesarios para el esclarecimiento de los hechos por lo que hubo necesidad de reestructurar, limitar y remover a personal que realizaba o coadyuvaba con los actos de investigación”.

Saberse impunes

A Leticia Pinzón le tiembla la voz al recordar aquel día de septiembre de 2018, cuando le entregaron, al fin, el cuerpo de Jesús Antonio. Ese día acariciaba “lo que quedaba de él”, cuando un funcionario del Servicio Médico Forense de la Fiscalía de Nayarit le arrojó un hueso. “Esto también es de su hijo”, le dijo.

Desde que desenterraron la primera fosa, las familias de los desaparecidos de Nayarit han padecido un desprecio tras otro.

“Fue brutal porque llevaban bolsas negras y jalaban, (las) llenaban con huesos y, órale, la otra bolsa, como si fueran basura. No había ningún protocolo”, recuerda Leticia Pinzón sobre el procesamiento de las primeras fosas.

A Tania Guzmán le entregaron a su papá en una bolsa. “Como si fuera un costal de harina”, recuerda. No le avisaron que ocurriría, sólo la citaron para darle “avances de la investigación”. Intentó e intentó, pero no pudo llevárselo de la morgue ese día porque no había hecho los trámites para velarlo y darle sepultura. “Yo pensaba: había luchado tanto para sacarlo de aquí, para saber que era él y tenía que volver a dejarlo”.

Tampoco a Janeth le querían decir el motivo por el que la citaban en la fiscalía. “Todo mundo sabía que ya me iban a entregar a mi hermano, menos yo”, dice molesta.

Después de que fueron recuperados de las fosas clandestinas, la FGE tardó siete meses en identificar a los familiares de las tres mujeres. Durante ese tiempo, mientras los cuerpos de sus seres queridos estaban en el Servicio Médico Forense, ellas los seguían buscando, esperando encontrarlos vivos.

“No ha habido una detención. No tienes idea de la cantidad de información que dimos las familias señalando a las mismas personas”, reclama Leticia Pinzón.

Hasta octubre de 2022, la investigación de la FGR incluía a 71 víctimas de delitos de desaparición forzada, desaparición cometida por particulares y delincuencia organizada. En un oficio que entregó la FGR al INAI, la fiscalía reconoce que indaga la participación de servidores públicos “de los más altos niveles sobre todo a nivel estatal”, y a integrantes de grupos criminales.

La investigación no parece avanzar. El 27 de febrero del 2023, en la Ciudad de México, el equipo de la FGR a cargo del expediente se reunió con familiares de los desaparecidos para mostrar una red de vínculos que elaboró con su propio análisis de contexto e imágenes de los hallazgos en las fosas clandestinas. No dieron más detalles sobre diligencias o las órdenes de aprehensión.

Casi seis años después de las desapariciones masivas en Nayarit ocurridas en 2017 no hay ninguna persona servidora o ex servidora pública detenida.

Mientras tanto, las familias en Nayarit viven con miedo un día sí y al otro también. En su búsqueda de justicia, algunos de ellos han padecido desde vigilancia a fuera de sus domicilios, amenazas y secuestros exprés.

Ya no se han visto a las camionetas ni a los hombres uniformados, pero en Nayarit las desapariciones continúan.

www.adondevanlosdesaparecidos.org es un sitio de investigación y memoria sobre las lógicas de la desaparición en México. Este material puede ser libremente reproducido, siempre y cuando se respete el crédito de la persona autora, de A dónde van los desaparecidos (@DesaparecerEnMx) y Quinto Elemento Lab (@quintoelab).

 
Efraín Tzuc

Es periodista e investigador. Actualmente es reportero del equipo de investigación periodística de www.adóndevanlosdesaparecidos.org, asistente de investigación en Quinto Elemento Lab y cocoordinador de la plataforma Yucatán Feminicida. También es becario de la iniciativa ¡Exprésate! del International Women 's Media Foundation (IWMF).

 

 

No están solos: Hasta encontrar a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

                                                                                                     Foto: Punto y aparte

 

Pronunciamiento

El Informe final del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) fue claro y contundente sobre los avances, obstáculos y retrocesos impuestos por el Ejército, la Marina y el Centro de Investigación de Seguridad Nacional en las investigaciones para esclarecer el paradero de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el esclarecimiento de la verdad y el acceso a la justicia, luego de concluir su mandato de colaboración ordenado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuando nos encontramos a un mes de que se cumplan 9 años de este crimen de lesa humanidad ocurrido en Iguala, Guerrero el 26 y 27 de septiembre de 2014.
Desde las organizaciones sindicales y sociales del Pacto Morelos por la Soberanía Alimentaria y Energética expresamos nuestro más sincero reconocimiento a las y los integrantes del GIEI por su compromiso y dedicación demostrados durante todos estos años en que han aportado su experiencia y conocimiento de las graves violaciones a los derechos humanos, ya que sus aportes han sido muy valiosos para impedir que se cristalizara la mentira histórica que quiso imponer el gobierno de Peña Nieto y ha cuestionado severamente el papel del Ejército y autoridades del más alto nivel que siguen incrustadas en los aparatos del Estado en el mismo gobierno actual de López Obrador, quien a pesar de dar órdenes de abrir todos los archivos militares no ha sido así hasta el momento.
Las detenciones de 10 militares y policías involucrados directamente en la desaparición han sido posibles por la exigencia del GIEI de reactivar las 16 órdenes de aprehensión dictadas por la Fiscalía Especial para el Caso Ayotzinapa, luego de que éstas fueran suspendidas por órdenes de la propia Fiscalía General de la República, y están por ejecutarse el resto de las mismas, lo que puede contribuir a castigar a los responsables directos de la desaparición aunque todavía falte llegar hasta los responsables al más alto nivel como el propio Peña Nieto y Osorio Chong, tal como ya ha ocurrido con el ex Procurador Jesús Murillo Karam.
El caso no está cerrado y aún faltan por llevarse a cabo diversas acciones legales que el GIEI emite como recomendaciones en su informe final. Toda la documentación y análisis presentado sobre el papel del Ejército y la Marina durante las desapariciones y los días posteriores a las mismas, muestran la complicidad institucional con los grupos criminales que operan en la región y que siguen controlando el negocio del tráfico de drogas y otros ilícitos del crimen organizado ligado al ejercicio del poder político y económico.
Este informe del GIEI debe ser ampliamente difundido para que sea del conocimiento de toda la sociedad y genere conciencia de la necesidad de exigir que se cumplan todas y cada una de las recomendaciones ahí emitidas y entregadas directamente al propio presidente López Obrador.
Por todo lo anterior expresamos de manera muy clara y contundente que las madres y padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa no están solos y cuentan con el apoyo de todas las organizaciones sindicales y sociales del Pacto Morelos por la Soberanía Alimentaria y Energética, rumbo al 26 de septiembre, cuando se cumplirán 9 años de estos graves hechos, por lo que estaremos llevando a cabo diversas actividades de solidaridad hasta lograr que haya verdad y justicia, manteniendo en alto la consigna de: ¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!

Atentamente.

Pacto Morelos por la Soberanía Alimentaria y Energética y los Derechos de las y los Trabajadores: Sindicato Mexicano de Electricistas, Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana Sección 10, Sindicato de Trabajadores del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, Sindicato Independiente de Investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias, Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México Delegaciones de Morelos, Sindicato Nacional de Trabajadores Administrativos Manuales y Profesionistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia delegación Morelos, Sindicato de Trabajadores de Educación Media Superior del Estado de Morelos, Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, Movimiento 17 de Mayo del Mercado ALM de Cuernavaca, Movimiento Magisterial de Bases de Morelos, OPT, PRT, MOPIM.

 

 

Red de Desaparecidos recorrerá el estado con campaña informativa para familias de víctimas

 
 
Por Monserrat Cárdenas
 
La Red de Desaparecidos en Colima A.C. anunció este viernes a través de sus redes sociales la campaña "Colima, Fosa Común", con la que recorrerán el territorio colimense brindando asesoría a familiares de personas desaparecidas. 
 
La campaña iniciará el 24 de julio en Ixtlahuacán, Tecomán y Armería, y terminará el 2 de agosto en Tepames, La Estancia, Cardona y el Centro de la capital.
 
Durante estos días la Red de Desaparecidos informará sobre prevención de la desaparición forzada, guiará a las familias en el proceso para reportar a una persona desaparecida, las invitará a facilitar una muestra de ADN para el proceso de identificación humana y les brindará acompañamiento a las que lo necesiten. 
 
El objetivo de la cmpaña "Colima, Fosa Común" es, según indicó la Presidenta de la organización, Carmen Sepúlveda Gómez, "que la gente sepa que no está sola, que tiene a quién acudir para cualquier cosa que se le atore respecto a poner una denuncia, acompañarles cuando les entreguen el cuerpo de su ser querido, informar que pueden hacer las denuncias (por desaparición) de manera inmediata". 
 
Este será el segundo año en el que la Red de Desaparecidos A.C. recorra la entidad en caravana con la misma campaña. La primera vez fue en 2021, cuando organizaron mitines públicos en cada localidad para visibilizar el fenómeno de la desaparición forzada en Colima.
 
"Que la gente pierda el miedo, que nos den las fotografías de sus desaparicidos, que se sientan acompañados, que no son los únicos que tienen desaparecidos", fue la invitación que hizo Carmen Sepúlveda a quienes habitan las comunidades del estado a las que llegarán. 
 
El calendario completo de los recorridos territoriales se encuentra disponible en la página de Facebook e Instagram de la Red de Desaparecidos en Colima.
 
 
 

‘Localizan’ a personas desaparecidas en registro de vacunas

                                                                                                     Foto: A dónde van los desaparecidos

 

Por Lucía Flores y Germán Canseco

“¿Ya apareció Miguel Armando, verdad?”, preguntaron las dos mujeres que bajaron de una camioneta blanca con logos de la Comisión de Búsqueda del Estado de Coahuila. Era el lunes 10 de julio cuando llegaron a la casa de la pareja del hombre desaparecido para decirle que lo habían reportado como vacunado contra el covid-19. 

Miguel Armando Mata Villa desapareció el 17 de febrero de 2012 en Reynosa, Tamaulipas, cuando tenía 20 años. La última vez que habló por teléfono con su madre, María Elena, fue dos días antes. Ella lo notó asustado cuando le contó que lo habían detenido a mediodía en un retén militar, pero le pidió que no se preocupara. Lo acompañaban diez compañeros de trabajo, con quienes se dedicaba a intercambiar muebles por pedacería de oro. Desde ese día, no se sabe nada de su paradero.

Las funcionarias de la comisión estatal, cuenta María Elena, no se identificaron. “Traemos el reporte de que [Miguel] ya está vacunado”, dijeron. “Es el reporte de que ya apareció”. En su mano sostenían una lista de nombres de personas desaparecidas que fueron registradas como vacunadas contra el coronavirus durante la pandemia. 

Otras listas similares fueron enviadas a organismos de búsqueda y fiscalías de Coahuila, Durango, Guerrero y la Ciudad de México. Este lunes, los comisionados de búsqueda de Coahuila, Ricardo Martínez, y de Durango, Carlos Burciaga, reconocieron que se trataba de un error.

Lo primero que hicieron los parientes de Miguel fue buscar sus datos ese 10 de julio en el registro nacional de vacunación. Vieron que su nombre aparecía con la primera dosis aplicada. Pero al revisar el sistema una semana después, el estatus había cambiado. Ahora la indicación era “Quiero vacunarme”, lo que significaba que no había recibido ninguna dosis.

Para cotejar la huella digital de Miguel en 2021, la Fiscalía General del Estado de Coahuila le pidió a María Elena su credencial de elector, que aún no ha logrado que le devuelvan. El domicilio al que fueron a buscarlo las funcionarias no aparece en el documento oficial, pues el joven no había actualizado ese dato y figuraba aún el de su madre. Cómo supieron su nueva dirección es una duda que se plantean sus familiares. 

La Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) envió al fiscal de Personas Desaparecidas en Coahuila, José Ángel Herrera, una lista con nombres de personas desaparecidas que, según el organismo, se vacunaron contra el coronavirus. Además de Miguel, se incluía el nombre de otro joven cuyos restos fueron encontrados en una fosa clandestina y entregados a sus familiares hace más de nueve años. 

En Coahuila existen, por lo menos, cuatro casos de familias que han sido informadas por la comisión estatal de que sus seres queridos ausentes fueron vacunados, sin que les hayan proporcionado datos sobre su supuesto paradero, indicó Silvia Ortiz, vocera del colectivo Grupo Vida. Mencionó también a una joven de la Ciudad de México desaparecida en 2019, cuyos restos fueron hallados en Puebla en 2022, que fue registrada como vacunada; su nombre se incluyó en una lista que la CNB entregó a la Comisión de Búsqueda de Personas de la Ciudad de México, que detectó el error.

En diciembre de 2020 inició la primera etapa de vacunación contra el Covid 19 a nivel nacional. Según datos de la Secretaría de Salud de Coahuila, se aplicaron 4.7 millones de dosis en el estado.

“Juegan con los sentimientos de las personas, porque uno tiene la esperanza de encontrarlos si están diciendo eso. Imagínense qué emoción para todos aquí en la casa, claro, es una esperanza”, dice María Elena.  

Al consultar el registro de vacunación se dio cuenta de que no había ningún dato de dónde se había vacunado Miguel, ni la fecha o el nombre del biológico suministrado. 

Recuerda cómo, al momento de vacunarse, la persona llenaba a mano unas papeletas con sus datos personales. “Ahí es donde digo, yo quiero ver eso para ver que mi hijo está vivo”. 

Si el Estado declara a una persona como localizada, las y los familiares pierden su registro como víctimas. Cuando Miguel desapareció, su hijo tenía tres meses de nacido; actualmente, recibe un apoyo que María Elena teme que le sea retirado por la supuesta vacunación de su padre. Ella se pregunta qué pasa con las madres que buscan a sus hijos e hijas, “pues uno se acaba, se va deteriorando al paso del tiempo y pues el niño se va a quedar sin ningún apoyo, eso se me hace injusto”.

La próxima semana Miguel cumplirá 32 años. Durante el tiempo de su desaparición, María Elena ha enfermado de hipertensión y diabetes, dice, por la incertidumbre de no saber dónde está. Hasta el momento, ninguna autoridad la ha contactado para darle alguna explicación de lo sucedido. Ella sigue igual que hace once años: no conoce el paradero de su hijo, pero ahora tiene más dudas que al inicio.

Sin mayores datos

Ivette Melissa Flores Román desapareció el 24 de octubre de 2012, después de que un comando armado ingresó a su domicilio en Iguala, Guerrero. Tenía 19 años. Su madre Sandra Luz levantó una denuncia en el Ministerio Público, pero pasaron quince días antes de que empezaran a buscarla. Hace dos semanas, recibió un correo electrónico con la información de que su hija se había vacunado contra el covid-19. 

Un oficio sin fecha, número ni firma, con logos de la Secretaría de Gobernación y la CNB, comunicó a Sandra Luz que, según un registro del 5 de julio de 2021, Ivette Melissa se había aplicado la primera dosis de la vacuna. 

“Se obtuvo que la persona desaparecida de nombre Ivette Melissa, primer apellido Flores, segundo apellido Román, CURP sin dato, edad 19 años, sexo mujer, fecha de nacimiento sin dato, entidad de nacimiento sin dato, lugar de nacimiento sin dato, nacionalidad mexicana […]. Se encuentra registrada en la base de datos de la estrategia nacional de vacunación con la siguiente información […] fecha del último registro de vacunación 2021-07-05, sin información de contacto, sin dato de vacuna, ni sede de vacunación”, se lee en el documento.

Esta información, según el oficio enviado, surgió del cruce masivo de datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) con la Secretaría de Bienestar-Vacunas. 

“Yo creo que lo más viable era [que me hubieran avisado] en presencia y no por vía correo electrónico, y pues es todo lo que sé. Con ellos no he hablado, con la CNB para nada, son mis abogados de [la organización] Idheas los que han estado dialogando con ellos, tanto con Fiscalía General de la República [FGR] como con la CNB”, dice Sandra Luz, quien padece del corazón y, desde que recibió el correo electrónico, siente un cosquilleo que no cesa en el brazo derecho.

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas (Comité CEDAW) “les dio seis meses para dar con el paradero de mi hija, ya sea viva o muerta; entonces, yo creo que quieren subsanar ese espacio, como diciendo pues ya la localizaron”, plantea Sandra Luz sobre las razones de que le hayan enviado el oficio. “Y pues como estas personas [desaparecidas] están ausentes, no tienen voz, pues ahora sí están utilizando sus datos”.

Isabel Suárez forma parte del equipo de abogados de Idheas que acompaña el caso de Ivette Melissa, que fue objeto del primer pronunciamiento del Comité CEDAW sobre un hecho de desaparición forzada. En noviembre del año pasado señaló las omisiones y negligencias de las autoridades en la investigación y emitió una serie de recomendaciones que incluían la búsqueda exhaustiva de la joven.

La abogada asegura que, durante once años, la CNB no ha realizado una sola búsqueda en vida de Ivette Melissa. Las instituciones que las han organizado, agrega, son la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas de Guerrero en conjunto con la Fiscalía Especializada en Desaparición de la FGR.

El correo electrónico que recibió Sandra Luz, considera Suárez, “es un ejemplo del mal actuar, de la negligencia y de las omisiones de la CNB, o sea, que dos años después se enteren [de la vacunación], y no solamente eso, sino que han pasado ya dos semanas [de que notificaron a la familia]”.

Mediante oficios, los abogados de Idheas han solicitado a la CNB que informe dónde fueron recabados los datos de la supuesta vacunación de Ivette Melissa, qué documentos habría presentado y si hubo testigos, pero no han recibido respuesta.

Disculpe, nos equivocamos

Tras darse a conocer que varias personas desaparecidas aparecían registradas como vacunadas contra el coronavirus, los comisionados de búsqueda de Coahuila, Ricardo Martínez, y de Durango, Carlos Burciaga, junto con Samuel Ocampo, director de relaciones interinstitucionales de la CNB, sostuvieron una reunión telefónica para hablar del tema. 

“Estamos haciendo un ejercicio muy transparente, en donde pues finalmente sí se cometieron estos errores”, se escucha en el audio de la reunión, al que tuvo acceso este medio. 

La solución propuesta fue depurar la lista, que se había cruzado previamente con otras bases de datos. “Vamos a enmendar estos errores y de ninguna manera se va a mover el registro sin que exista una prueba de vida firmada debidamente por la persona a la que tendríamos reportada como desaparecida o no localizada”, sostuvo Ocampo.

Uno de los funcionarios subrayó que las comisiones estatales de búsqueda no hicieron nada ilegal. “La verdad, de antemano una disculpa si causamos alguna situación ahí de desconfianza o de molestia”. Incluso se habló de la posibilidad de que se trate de homónimos, personas con el mismo nombre, pero diferente identidad. No aludieron al hecho de que, en el proceso de vacunación, se solicitaba una identificación oficial, un comprobante de domicilio y la CURP.

Para evitar que estos hechos se repitan, los comisionados propusieron que los colectivos de búsqueda compartan sus hallazgos y bases de datos de las personas encontradas en fosas comunes para no cometer errores de identificación.

Ortiz, de Grupo Vida, y María Elena, la madre de Miguel, coinciden en que podría ser una estrategia para reducir el número de personas desaparecidas y, además, dejar sin la protección del Estado a sus familiares. 

Se intentó contactar por teléfono y por correo electrónico tanto a Ocampo como al fiscal Herrera, pero no se obtuvo respuesta.

 

 

 

‘La realidad es más cruda’, dicen buscadoras que participan en ‘Ruido’

Las integrantes del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros durante la filmación de Ruido. A la derecha, de pie, Edith Pérez. Atrás de Julieta Egurrola, sentada al centro, están Guadalupe Mendiola (der.) y Tere Medina.  (Voz y Dignidad por los Nuestros) 

 

Marcela Del Muro para A dónde van los desaparecidos

La primera vez que se proyectó Ruido, en octubre de 2022, las cinco personas reunidas en el Auditorio Rafael Nieto de San Luis Potosí enmudecieron. En las butacas, Guadalupe Mendiola Acosta y Edith Pérez Rodríguez, fundadoras del colectivo de búsqueda Voz y Dignidad por los Nuestroscomenzaron a aplaudir sin poder contener el llanto.   

“Es muy real. Logras transmitir el dolor y la indignación que sentimos”, le dijo Lupita a la directora de la película, Natalia Beristain. 

Originaria de Ciudad Valles, en la Huasteca potosina, la abogada y administradora es hermana de Daniel Mendiola Acosta, quien fue secuestrado y desaparecido el 7 de noviembre de 2012 junto a su chofer, Gerardo Uribe Rodríguez, en la carretera que cruza el municipio de El Mante, en Tamaulipas

Ruido narra la historia de Julia, interpretada por la actriz Julieta Egurrola, una madre que inicia una dolorosa búsqueda tras la desaparición de su hija que se convierte también en un viaje de transformación personal. En su camino, la protagonista recibe el apoyo de mujeres que la “acuerpan” con su guía y consuelo, pero no puede evitar ser testigo y víctima de la violencia institucional y criminal. 

El filme se estrenó en la 70 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde recibió el Premio Cooperación Española. Su lanzamiento mundial fue en Netflix el pasado 11 de enero; según datos de la plataforma, Ruido logró durante dos semanas alcanzar el Top Ten de películas de habla no inglesa más vistas en once naciones, como Argentina, Guatemala, El Salvador, Honduras y México. Está disponible en 190 países.

Antes de filmar, la directora acompañó al colectivo a un día de búsqueda en campo en un predio que fue utilizado como crematorio, con fosas clandestinas, en el municipio de Moctezuma, ubicado en el altiplano potosino; posteriormente, invitó a diez de sus integrantes a participar en su película. Ellas aceptaron con una única condición: que se mostraran los rostros de sus desaparecidos.  

En una escena del filme, Julia acompaña a las madres, hermanas y esposas de Voz y Dignidad por los Nuestros durante una búsqueda. No necesitaron actuar; se estaban interpretando a sí mismas.  

El derecho de saber

Entre la hierba alta de un campo avanza un grupo de mujeres con la mirada fija en el suelo. Edith  observa a la protagonista, que camina a su lado. Julia le pregunta a la presidenta del colectivo si ha estado en muchas búsquedas. 

“Nueve años; dos semanas de búsqueda al mes. Quisiéramos que el mes tuviera más semanas”, responde Edith; le explica que busca a sus dos hijos, José Arturo y Alexis, que desaparecieron el 14 de agosto de 2012 cuando viajaban con su hermano Ignacio por la carretera que atraviesa Ciudad Mante, acompañados de sus sobrinos Aldo de Jesús y Milynali. 

El mes en que su hermano Daniel fue desaparecido en esa misma carretera, en noviembre de 2012, Lupita buscó a Edith después de verla en un noticiero: la maestra originaria del municipio de Tamuín se manifestó durante una visita del entonces presidente Felipe Calderón a la Huasteca potosina, exigiendo la búsqueda inmediata de sus cinco familiares.   

Desde ese día, Edith y Lupita son una mancuerna; juntas construyeron los cimientos del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros, fundado en 2015, que se centra en la búsqueda de potosinos a lo largo y ancho de México y está integrado por aproximadamente 400 familias.  

“El colectivo se forma por el clamor de las familias que estábamos solas, que no sabíamos a dónde acudir, que íbamos con la autoridad y se nos negaba el derecho a saber dónde estaban nuestros familiares. No se nos tenía permitido nada”, relata Edith. 

Durante aquellos años, Ruido comenzaba a gestarse. En 2012, Natalia fue asistente de dirección del actor Daniel Giménez Cacho en la obra Misericordia de Hugo Alfredo Hinojosa, interpretada por actrices de la Compañía Nacional de Teatro entre las que figuraba Egurrola, madre de la cineasta. Con esta pieza, en la que se entretejen historias de mujeres que exigen justicia por sus hijos y esposos asesinados o desaparecidos, la directora intuyó que quería explorar la temática para un proyecto futuro y, como primer paso, comenzó a vincularse con familias que buscaban a sus hijos e hijas.    

“Por cinco o seis años, leía una nota por ahí y me la guardaba, leía una nota por allá y la recortaba y la pegaba en mi cuaderno, donde también iba vaciando todas las cosas que me resonaban, tanto imágenes como historias”, recuerda Natalia.

Cuando se sintió convencida y preparada para abordar el tema de la desaparición de personas, buscó a su amigo, el periodista y documentalista Diego Enrique Osorno, quien es guionista de Ruido.

“Diego se convirtió en un portal que me permitió conectar con más colectivas que él ya conocía. En aquel momento, el proyecto era mera investigación para el guion, para comenzar a sensibilizarnos y poder entramar todas las historias que queríamos abordar en la película”, explica la cineasta, quien se relacionó con madres buscadoras de Nuevo León, Veracruz, Sonora y Sinaloa.

Cuando el guion estaba escrito, comprendió que el filme que quería hacer no sería honesto si eran actrices quienes interpretaban los papeles de familiares de personas desaparecidas. A partir de esta inquietud, se concretó el acuerdo para que las buscadoras se interpretaran a ellas mismas en la película.

Originalmente, la cinta sería filmada en el norte del país, pero la pandemia de covid-19 cambió los planes. La potosina Karla Badillo, productora de Ruido, propuso rodar en su estado natal y comenzó a buscar alianzas para que las locaciones del largometraje  se concretarán en el estado.  

“Llegó un mensaje al Facebook del colectivo; al principio nosotras pensamos que era una broma, pero empezamos a preguntar y nos dimos cuenta de que sí era real”, narra Lupita.   

Las fundadoras de Voz y Dignidad por los Nuestros se reunieron con Natalia; lo más importante para ellas, le dijeron, era que la directora y su equipo conocieran a las madres que lo integran y vivieran la experiencia de una jornada de búsqueda en campo. Fue así como acompañaron a las familias al municipio de Moctezuma; recorrieron el ejido de Matanzas, un predio de varias hectáreas que fue utilizado por el crimen organizado como crematorio y donde trabajó el colectivo.  

Natalia llegó al terreno, conoció las actividades que realizan los peritos, las autoridades de búsqueda, la Guardia Nacional, la Secretaría de la Defensa Nacional y las familias. Y se sentó durante horas a escuchar las historias y las inquietudes del colectivo. Para la directora significó un golpe de realidad, pero también un “momento de luz” que le permitió recrear en su película una búsqueda, algo cotidiano para las madres, hermanas y esposas que intentan hallar a su ser querido desaparecido.  

 

Las buscadoras observan una de las escenas de la película, mientras al fondo aparecen los rostros de sus familiares desaparecidos. (Voz y Dignidad por los Nuestros)

 

Un gran impacto

El equipo de Ruido encontró la locación ideal en la ex hacienda de Gogorrón, en el municipio de Villa de Reyes, donde grabaron la prospección de campo que realizaría el personaje de Julia junto a las buscadoras. Esta actividad es la primera exploración que se hace en un sitio donde podrían existir restos humanos o indicios de algún delito; si se produce un hallazgo, se programa una búsqueda a la que acuden especialistas forenses, personal de seguridad e integrantes del colectivo.  

El llamado para la filmación fue en julio de 2021; desde el primer momento, las buscadoras fueron arropadas por todo el crew de la película, pero concuerdan en que la conexión más fuerte se dio con Egurrola y la actriz Teresa Ruiz, que interpretó a la periodista Abril Escobedo, que acompaña al personaje de Julia e investiga lo sucedido con su hija.  

“La verdad, fue una experiencia muy buena para nosotras. Después vimos la película y nos sorprendió,  pensábamos que nadie podía proyectar ese dolor y esa impotencia que se siente cuando te dicen que tu familiar no está, que se lo llevaron, y Julieta lo hace”,  afirma Lupita.  

Para la directora, Ruido no podía haberse filmado de otro modo. Abordar un tema tan doloroso y poder transmitir la angustia y el desconsuelo que provocan la desaparición de un ser querido fue posible gracias al trabajo de una actriz como Egurrola, que conecta profundamente con sus personajes.

Natalia está consciente de que su interés por abordar estas temáticas y acompañar a las familias es gracias a la educación que recibió de su madre, quien ha apoyado diversas luchas sociales y políticas, desde la denuncia del “fraude electoral” de 1988 hasta la despenalización del aborto, que se han visto reflejadas en sus actuaciones en el teatro, la televisión y el cine. 

“Es bien diferente ver en la pantalla los problemas que enfrentamos cuando ocurre una desaparición en la familia, [ver que] todos vivimos lo mismo: la ineficiencia de las autoridades. Pero la película solo retrata un poco de lo que se vive, la realidad es más cruda”, señala Tere Medina, quien busca a su hija Perla Guadalupe Padrón y a su yerno José Alberto Gallegos, que fueron desaparecidos el 14 de junio de 2013 en el municipio de Rioverde, en la zona media del estado. 

Aunque Ruido muestra la realidad que se vive en México al buscar a un ser querido ausente, no profundiza en muchas de las experiencias y problemáticas que enfrentan las madres.

“En campo, nosotras vivimos muchas cosas. Desde que sales de tu casa, todo lo que tienes que dejar para ir a una búsqueda. Pero uno no puede quedarse en la casa”, refiere Tere, quien tras la desaparición de Perla se encargó del cuidado de sus dos nietos. Tiene un sentimiento de culpa, dice, porque tuvo que dejarlos, al igual que a su hijo menor, pero como madre era su única opción, pues si ella no buscaba a su hija, nadie más lo haría.

Para su familia también es complicado: “Viven con miedo y se preocupan mucho por mí”. En julio de 2022, Tere y otras familias del colectivo fueron víctimas de un ataque armado en Rioverde, cuando junto a funcionarios de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP) hacían una prospección de campo en la periferia de la ciudad y se toparon con una “casa de seguridad” de un grupo criminal. Justo la actividad que las madres realizan en Ruido.    

La película refleja la violencia criminal y las omisiones institucionales que padecen las integrantes de  Voz y Dignidad por los Nuestros. En el caso de Tere, por lo que ha logrado averiguar, la investigación no registra avances porque los señalados como perpetradores de la desaparición fueron, o son, mandos policiacos que colaboraban con el crimen organizado, mientras que Marisela Torres, quien también participó en Ruido, afirma que su hijo Édgar Daniel Hernández fue desaparecido por sus compañeros de la policía municipal de Rioverde el 16 de enero de 2011.

“No tenemos nada porque muchos de los implicados están todavía en activo, trabajando como si nada hubiera pasado. Y la comisión [CEBP] y los ministerios públicos [del estado] no pueden hacer más porque esa gente está infiltrada en las corporaciones. La impunidad en todo su esplendor”, señala Marisela.

Hace unas semanas, las autoridades le notificaron que existen tres osamentas que concuerdan con las características de su hijo y con la temporalidad de su desaparición. Los  restos fueron encontrados entre 2011 y 2014, y desde entonces se encontraban en el Servicio Médico Forense de Rioverde.

 “¿Cuánto más tengo que esperar? ¿Otros doce años para que me digan si es mi hijo o no? Si esos cuerpos estaban ahí desde entonces, ¿por qué hasta ahora los van a examinar?”, cuestiona Marisela.  

Para Natalia fue fundamental mostrar la indignación y el reclamo de las familias ante este tipo de negligencias. Menciona que, sin lugar a dudas, el principal antagónico de Ruido son las autoridades. Sin embargo, acompañar a las madres en la búsqueda que hicieron en el ejido de Matanzas la hizo comprender que existen funcionarios públicos que son empáticos y que, dentro de sus posibilidades, intentan hacer su trabajo lo mejor posible.

Las familias del colectivo afirman que en las instituciones de búsqueda de San Luis Potosí —la CEBP y la Unidad para la Atención de Personas Desaparecidas de la Fiscalía General del Estado— existen personas que acompañan a las integrantes y se solidarizan con su lucha, pero actualmente se encuentran rebasadas  de trabajo. 

Integrantes de Voz y Dignidad por los Nuestros han denunciado que el poco interés del gobierno estatal por fortalecer las instituciones, brindar mejores condiciones laborales a los trabajadores y garantizar un presupuesto digno para realizar diligencias, ha dificultado que las instancias de búsqueda cumplan con su trabajo y ha entorpecido las pesquisas. 

“Sí ha sido benéfico [la proyección de Ruido] porque muchas personas que han visto la película ya tienen otra perspectiva. No todo lo que nos dicen las autoridades es real. Aquí en San Luis no hay suficiente personal y los que están tienen una carga excesiva de trabajo. Por eso las familias nos enojamos, porque además vemos que las desapariciones no paran”, afirma Tere Castillo.    

Para las madres, hermanas y esposas del colectivo que participaron en la película, el regalo más grande que recibieron de Ruido fue poder mostrar en sus playeras los nombres y las fotografías de sus familiares ausentes, y que se difundieran al final de la cinta. 

“Nosotras hemos recorrido cada rincón del estado y gran parte del país repartiendo volantes, colocando nuestras mantas y, ahora, saber que sus rostros podrán ser vistos en 190 países [a través de Netflix] nos da esperanza, pero también fue un gran impacto”, señala Lupita Mendiola. Un sentimiento que comparten las integrantes del colectivo.

“Como dice la película: queremos que se haga ruido y que no se deje de hacer ruido hasta que tengamos la justicia en nuestras manos”, concluye Tere.    

Marcela Del Muro es periodista mexicana freelance basada en San Luis Potosí. Su visión se centra en temas de derechos humanos, violencia de género, desaparición y crisis ambiental.