Hallazgo histórico de víctimas: 92 cuerpos en Cerro de Ortega

Foto: FGE

 

Por Pedro Zamora Briseño

COLIMA, Col. (apro).- Con la localización de los restos de 92 personas, la Fiscalía General del Estado (FGE) anunció la conclusión de los trabajos de búsqueda en fosas clandestinas descubiertas en una zona aledaña a la comunidad Cerro de Ortega, perteneciente al municipio de Tecomán, en los límites con el estado de Michoacán.

Luego de 50 días de excavaciones en tres predios ubicados a la altura del kilómetro 5 de la carretera Cerro de Ortega-Callejones, la Fiscalía Especializada en Desaparición de Personas (FEDP) informó que los restos humanos encontrados fueron exhumados del interior de 55 fosas.

Se trata del mayor hallazgo de víctimas desde que se tiene registro en el estado de Colima, superior a los 73 cuerpos recuperados en febrero de 2019 de las 49 fosas de los predios de Santa Rosa, en el mismo municipio de Tecomán.

La FEDP informó que las jornadas de búsqueda se realizaron del 15 de abril al 4 de junio de este año, en coordinación con los grupos de búsqueda que dirige la Policía Investigadora “Grupo Zorro” y la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado (CBPE), con la participación de familiares que integran los colectivos de personas desaparecidas y otras entidades a quienes se les da acceso bajo los términos de las órdenes de cateo proporcionadas por el Poder Judicial, conforme al principio de participación conjunta que permite una participación directa de las víctimas.

Leer nota completa en el siguiente enlace: https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2023/6/6/finalizan-trabajos-de-busqueda-en-tecoman-con-cifra-record-55-fosas-92-cuerpos-exhumados-308351.html

 

 

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Desaparece una persona cada hora en sexenio de AMLO

Familiares de personas desaparecidas protestan en Palacio Nacional, el 24 de marzo de 2019, durante el acto de reinstalación del Sistema Nacional de Búsqueda, presidido por López Obrador. (Presidencia)

 

Con 10,064 personas desaparecidas, el periodo de mayo de 2022 a mayo de 2023 marca el récord más alto en las cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. En el gobierno de López Obrador, el número de víctimas de desaparición ya supera las registradas en las administraciones de Calderón y Peña Nieto

 

Por César Martínez para A dónde van los desaparecidos

Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, una persona ha desaparecido cada hora. Y año con año, la proporción ha ido en aumento.

​​Entre el 1 de diciembre de 2018 —día en que López Obrador asumió la presidencia— y el pasado 24 de mayo, en esos 1,635 días de gobierno se registraron 42,029 desapariciones en todo el país; un promedio de 25 personas por día. 

El mayor récord se alcanzó entre 2022 y 2023. Si el 16 de mayo de 2022 se rebasaron las 100,000 personas desaparecidas, en los siguientes 365 días se sumaron otras 10,064, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). Esto significa 27 desapariciones por día en el último año.

Es el número más alto registrado desde 2006, cuando el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra contra las drogas”, y confirma una tendencia en esta administración, en la que ya se han superado las cifras de desapariciones de los sexenios anteriores. 

 

                                                                                                  Realización de gráfica: Paola Macedo.

 

Las denuncias sobre estos crímenes se acumulan. Entre el 20 y el 26 de mayo pasado, siete jóvenes que trabajaban en un call center en Zapopan, Jalisco, fueron desaparecidos. Se trata de Carlos Benjamín García Cuevas, los hermanos Itzel Abigail y Carlos David Valladolid Hernández, Jesús Alfredo Salazar Ventura, Arturo Robles Corona, Mayra Karina Velázquez Durán y Jorge Velázquez.

En el Estado de México, el sábado 27 de mayo, desaparecieron Aniram Estrella Buenrostro y Andrea Ramos, dos adolescentes que abordaron un taxi por aplicación y hasta esta semana no habían sido localizadas. Mientras que en la Ciudad de México, familiares del niño Joan Sánchez, de 4 años, marcharon el 31 de mayo por Paseo de la Reforma para exigir que se localice al menor, quien fue visto por última vez cinco días antes en el municipio mexiquense de Donato Guerra. 

En marzo de 2013, la Secretaría de Gobernación dio a conocer la primera cifra oficial de esta crisis humanitaria, al registrar 26,121 desapariciones durante el sexenio de Calderón, entre diciembre de 2006 y noviembre de 2012. El escándalo fue internacional. 

Las desapariciones continuaron en la administración de Enrique Peña Nieto, que terminó con más de 34,000 víctimas. Esta cifra, de acuerdo con los datos del RNPDNO, ya fue superada en este gobierno, al cerrar 2022 con más de 37,600 personas desaparecidas. 

Durante el mandato de López Obrador se registraron hasta el 24 de mayo  un total de 42,029 desapariciones. Hubo un descenso en 2020, el año de la pandemia, pero al siguiente aumentaron. De seguir esta tendencia, su sexenio terminará con más del doble del número de víctimas documentadas en el sexenio de Calderón.

En cuanto a fosas clandestinas, en lo que va del actual gobierno federal se han localizado 2,710, según el Mapa de Hallazgos de la Comisión Nacional de Búsqueda. Mientras que del 2006 al 2018 se hallaron 2,835 entierros ilegales.

 

Mujeres, tres de cada diez víctimas

A diferencia de la tendencia histórica, en la que Jalisco y Tamaulipas son los estados con mayor número de desapariciones, en el último año tres de cada diez de los reportes de personas no localizadas tuvieron lugar en las dos entidades más pobladas del país: el Estado de México y la Ciudad de México. 

En el acumulado de reportes desde 1962, el Edomex es la tercera entidad con más desapariciones, pero en los últimos 24 meses es el estado que acumula más denuncias. Mientras que la Ciudad de México pasó del séptimo al segundo estado con más desapariciones reportadas.

Del total de 10,064 casos de desaparición, 1,630 se registraron en el Estado de México, y 1,335 en la Ciudad de México. Siguen Michoacán con 670, Nuevo León con 652, y Zacatecas con 651. En Jalisco hubo 141 reportes; en Tamaulipas, 448; y en Veracruz, 418.

También se incrementó la proporción de mujeres desaparecidas. Desde 1962 a la fecha han desaparecido 27,386 mujeres, que representan el 24.5 por ciento del total de registros de la base de datos realizada por la Comisión Nacional de Búsqueda, pero en el último año tres de cada diez víctimas fueron mujeres, es decir, 3,093. 

Si en el sexenio de Calderón eran el 19 por ciento, y en el de Peña Nieto el 23 por ciento, en el último año, con la tendencia a la alza, 28 de cada 100 personas desaparecidas son mujeres. 

                                                                                                  Realización de gráfica: Paola Macedo.



Cifra negra

Aunque la cifra oficial de personas desaparecidas supera las 110,000 mil víctimas en México, la realidad es peor. 

Jacobo Dayán, especialista en derecho penal internacional, investigador, activista e integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, advierte que el RNPDNO tiene deficiencias y sus datos no reflejan la realidad de la problemática. 

“La cifra que ahí se reporta son las personas que permanecen desaparecidas. Si mañana el Estado encuentra a todos, diríamos que la cifra es cero. Pero no representan el fenómeno completo. ¿Cuál debería ser la cifra entonces? El número de personas que siguen desaparecidas más las que fueron encontradas con o sin vida, pero que también fueron desaparecidas. Eso nunca lo sabremos”, explica en entrevista.

Otro problema, agrega, es la falta de claridad para saber si la cifra reportada incluye los datos más actualizados de las fiscalías de los estados. 

“Hay un tercer problema, la cifra negra. Sabemos, por información de los colectivos [de familiares de personas desaparecidas] que, cuando comparas el número de desaparecidos en cualquier estado, estos colectivos tienen un número mucho mayor que el que reportan las fiscalías”. 

 

www.adondevanlosdesaparecidos.org es un sitio de investigación y memoria sobre las lógicas de la desaparición en México. Este material puede ser libremente reproducido, siempre y cuando se respete el crédito de la persona autora y de A dónde van los desaparecidos (@DesaparecerEnMx).

 

 

Denuncian desaparición de Berenice Constantino, joven de 28 años, en Chimalhuacán, Edomex

                                                                                                                            Foto:SemMéxico.

 

Berenice Constantino Vázquez, joven de 28 años de edad, fue reportada como desaparecida desde el pasado 7 de mayo, dentro de las inmediaciones del municipio de Chimalhuacán, en el Estado de México.

De acuerdo con la ficha emitida en la Célula de Búsqueda de Reacción Inmediata, Berenice Constantino fue vista por última ocasión en el Barrios Vidrieros, del municipio de Chimalhuacán en el Edomex. En la descripción de la ficha detallan que mide 1.60 metros, tiene ojos café claro grandes, cara alargada, cabello mediano con tinte rubio, nariz achatada, orejas grandes, mentón oval, tez blanca y cejas delineadas.

El día de su desaparición la joven de 28 años llevaba puesta una sudadera color gris jaspeada, un pantalón de mezclilla azul claro y tenis blancos con un logo de Lego.

Cualquier información que se tenga sobre el paradero de Berenice Constantino Vázquez, favor de acercarse directamente con las autoridades del Edomex, o bien comunicarse a los números telefónicos 56 36239256 y 55 58536128. También se puede llamar al 911.

¿Cuántas desapariciones de mujeres hay en México 2023?

De acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), solo del 1 de enero al 31 de marzo de 2023, se reportó la desaparición de 1,329 hombres y 766 mujeres, es decir, 36.56 % del total de la población desaparecida en México durante el primer trimestre del año en curso.

Información del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPDNO), el Estado de México es la entidad federativa donde se registró el mayor número de desapariciones en los primeros tres meses del 2023 (37.45 %). Le siguen Michoacán con 256 desapariciones (12.21 %) y la Ciudad de México con 229, es decir, 10.93 %.

En cuanto al rango de edad, el mayor número de desapariciones registradas en el país oscila entre los 15 y 19 años, y en segundo lugar aquellas personas que están entre los 20 y 24 años de edad. Y en ambos grupos generacionales la desaparición de mujeres es más alta que la de hombres.

 

 

 

Ellas buscan a sus madres

                                                        Virginia Muñoz González, al centro, rodeada de sus cinco hijos, en la celebración del cumpleaños de su mamá, pocos días antes de que desapareciera. Es la última foto en la que están juntos. (Especial)

 

A Ana María le gusta cantar, Delfina solía agasajar a su familia con su platillo favorito, Adulfa procuraba siempre ayudar a los demás, Virginia tiene una sonrisa inolvidable, Alicia es un referente para su hija. Así permanecen vivas en el recuerdo

Por: Analy Nuño, Mónica Cerbón, Efraín Tzuc, Aranzazú Ayala Martínez; A dónde van los desaparecidos

Vivir la desaparición de sus madres hizo de la angustia, la soledad, el miedo, una presencia cotidiana. Aunque nada mitigue el dolor de no saber dónde están, en su recuerdo sonríen, entonan canciones, las abrazan. Son hijas que luchan, salen a las calles y recorren parajes, ellas también, hasta encontrarlas.

El temor de no verla más

“Tengo miedo, ¿sabes? Me siento desprotegida”, confiesa con voz entrecortada Kristhian Muñoz cuando habla de su mamá Virginia Muñoz González, a quien no ve desde el 3 de abril de 2021. 

Han pasado 767 días desde aquella noche en que, mientras Virginia se alistaba para acudir a un convivio familiar, un grupo de hombres armados irrumpió en su casa de la colonia Oblatos de Guadalajara y se la llevó por la fuerza. Ese día, recuerda Kristhian, la mayor de cinco hermanos, su mamá se había quitado ya su uniforme de policía municipal, que durante 21 años portó orgullosa, para vestir un pantalón azul de mezclilla y una blusa lila con la leyenda “Night dance”. 

La ficha de búsqueda describe a una mujer de 40 años, de tez blanca y 1.69 metros de estatura. Con cuatro tatuajes: en el hombro izquierdo números romanos, en la mano derecha una corona, en el pie izquierdo un hada, y en el brazo izquierdo “Cristhian” en letra manuscrita. Cabello negro, lacio y corto, y complexión regular. 

Pero la descripción que hace Kristhian de Virginia es muy diferente. Habla de la pasión que tiene por ayudar a los demás, de su generosidad y de una sonrisa con el poder de “cambiar tu vida”. 

“Mi mamá es Virginia Muñoz González, madre, hermana, amiga e hija. Hoy se encuentra desaparecida. Su oficio es ser policía de Guadalajara. Su trabajo fue su sueño más grande y de las cosas que más amó en la vida. Es una persona fuerte, la más fuerte de toda la familia, muy lista, muy inteligente. Se puede decir que cariñosa a su modo, porque ella es policía, de cierta manera era dura. ¿Sabes? Es la persona con la sonrisa más hermosa que conozco”.

Cuando atacaron a Virginia, madre soltera, tres de sus hijos, menores de edad, estaban en la sala. Vieron cómo unos hombres armados la patearon, la encañonaron y se la llevaron por la fuerza. Su madre era el pilar de la familia, todos acudían a ella si tenían un problema, dice Kristhian, integrante del colectivo Jóvenes Buscadores de Jalisco. Cuando desapareció, la familia se quebró; solo una cosa tenían clara: había que buscarla.

Primero solicitaron la ayuda de la policía municipal, de los compañeros y amigos de su madre. Luego siguieron el GPS del teléfono celular. Fueron a búsquedas de campo en la barranca de Huentitán, a puntos cercanos donde podían haberla dejado, a los lugares que marcaba el celular. En ninguno la localizaron. 

Después vino la denuncia por desaparición, la búsqueda con vida y sí, también la búsqueda en el Servicio Médico Forense. 

“Nos hubiera gustado que se hubiera hecho una búsqueda inmediata como ha surgido en algunos casos con otros compañeros de la misma corporación. En ese momento, sabes, no sé si sea por miedo o qué, compañeros, amigos de ella que comían de su plato, llegaron a mencionar que nunca la conocieron, que no tenían ningún tipo de relación con ella”, dice decepcionada Kristhian.

Ante la falta de apoyo de la Comisaría de Guadalajara para buscarla como elemento de seguridad municipal, la familia ha intentado obtener información por su cuenta; ofrece una recompensa de 100,000 pesos a la persona que aporte información sobre el paradero de Virginia. 

Buscar a su mamá ha significado para Kristhian cambiar su plan de vida, ser la voz que le quitaron a su madre, regresarle el amor que ella le dio y, de cierta forma, mandarle el mensaje de que la fuerza que siempre le demostró ahora la hace salir para traerla a casa. 

“Estamos bien perdidos todos. Es el cambio de nuestra vida más grande que hemos tenido. Mi mamá era madre y padre para mis hermanos, era todo para ellos, o sea, mi mamá era su superhéroe. Ellos hasta la fecha no asimilan su vida sin mi mamá”, cuenta. “Ella me enseñó todo lo que sé hacer en la vida, menos a estar sin ella, y tengo mucho miedo de no volverla a ver”.

Kristhian y sus hermanos aún no saben si acudirán a las marchas convocadas hoy por madres buscadoras. "Ellas buscan a sus hijos y nosotros buscamos a mi mamá, la fecha es difícil porque es el 10 de mayo, y luego el día 20 es cumpleaños de mi mamá, es muy difícil para nosotros".

                                                                                                                                                     Analy Nuño

 

Un pastel en su día

En el video, tomado un mediodía desde el interior de una tienda de ropa, se observa una camioneta negra de la que salen cuatro hombres armados. Ingresan al lugar, lo revisan. Unos minutos después, una mujer mete la mercancía en exhibición y los hombres cierran el local. En un segundo video, hombres armados rompen, de noche, los candados de un comercio y entran. Lo inspeccionan y salen. Esos locales, ubicados en Nochistlán de Mejía, Zacatecas, eran de Delfina Florentino Hernández, desaparecida en ese municipio el 3 de enero de 2020.

Ese día también desaparecieron su esposo Jorge Olaf Plascencia, de 47 años, y su hermano Pedro Florentino Hernández, de 40. Cuando ocurrió el hecho, Delfina tenía 50 años y llevaba un tiempo denunciando las extorsiones y el “cobro de piso” por parte de integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación a los comerciantes de la calle General Enrique Estrada, a menos de diez cuadras de la presidencia municipal.

“Mi mamá ese día iba a hacer una posada, tenía la costumbre de dar regalos. Mi tío fue a visitarla desde Puebla. No estamos muy seguros de lo que pasó, pero una señora nos dijo que incluso ella se iba a mover de allí porque, si se enteraban de que me había contado, la podían matar. Me dijo que vio a mi tío y a mi papá caminando hacia un taller, que iban por una silla y mesas cuando, de repente, llegó una camioneta roja con mucha gente armada y los agarraron, y en eso mi mamá iba dando la vuelta con su carro y se la llevaron también”, narra Yesenia Trujillo, hija de Delfina, desde California.

 

                  Delfina Florentino Hernández, en su casa de Nochistlán, el mismo año en que desapareció. (Especial)

 

Las desapariciones en Zacatecas aumentaron desde 2021, cuando se convirtió en uno de los epicentros de la problemática a nivel nacional. Actualmente, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, hay 3,586 denuncias por este crimen.

Delfina y sus seis hijos tienen doble nacionalidad, también son estadounidenses. Por esa razón, y por una amenaza de muerte contra Yesenia por buscar a su mamá, el FBI investiga la desaparición, sin que hasta la fecha se haya encontrado información relevante. Lo único que se sabe es que, un año y medio después del hecho, los agentes recibieron una pista para buscar a la familia en Monterrey, pero no hubo ningún hallazgo. El caso ha sido dado a conocer por medios estadounidenses.

Yesenia, de 37 años, es la primogénita y se convirtió en una segunda mamá. La más pequeña de sus hermanas, cuenta, era menor de edad cuando Delfina desapareció.

“Lo único que pensamos es si mi mamá estará bien, si estará viva, en cómo la tienen. A una hermana le afectó mucho, a veces no come porque dice que mi mamá no come, que no está muerta. En cuanto desapareció, ellos [sus hermanos] se fueron a vivir conmigo porque solo teníamos a mi mamá. Ha sido difícil también para mí, a veces no sé qué responderles”. 

Delfina es una madre muy amorosa, que cocinaba costillitas de puerco con chile para sus hijos y nietos, el platillo favorito de todos. También solía escribirles a diario para preguntar cómo estaban. Cuando los saludaba, mordía cariñosamente sus cachetes. Desde su ausencia, nada ha vuelto a ser lo mismo.

El 10 de mayo, cuenta Yesenia, hacen una pequeña reunión para recordarla y pedir por su aparición, y las de su padrastro y su tío.

“Nos juntamos todos y compramos un pastel, agarramos una foto de ella y la pensamos mucho, la recordamos porque no sabemos nada. Los queremos encontrar ya sea vivos o muertos, queremos tener en donde llorarlos”.

                       Mónica Cerbón

 

Un limbo llamado soledad

La madre de Diana Gutiérrez, Adulfa Pomposa Cerqueda Martínez, tiene 81 años, pero los últimos siete los ha pasado lejos de casa. Se la llevaron el 13 de septiembre de 2016 de una colonia de Chimalhuacán, en el Estado de México.

Ese día iba a participar, como ministra de eucaristía, en la procesión del Santísimo, que iban a llevar desde otra iglesia a la de su colonia, la de San Martín. Vestía de color gris la falda, el suéter y el saco, y blanca la blusa. 

“¿Cómo me veo?”, le preguntó a su hija antes de salir, alrededor de las dos de la tarde. Diana dice que su mamá es coqueta, le gusta verse bien. Ella le recomendó que usara unos aretes y se llevara una chalina blanca.

Una persona que no conocían llamó para pedirle a Adulfa que acompañara a su mamá, y le ofreció llevar a ambas a la iglesia donde iniciaría la procesión. A Diana no le dio confianza, pero su mamá insistió. “No puedo negarme a apoyar a otra señora”, le dijo. Adulfa no llegó a la iglesia y tampoco regresó a casa.

Lo que siguió para Diana y su hermana fueron la incertidumbre, el miedo y el desconocimiento sobre a quién acudir, qué hacer. Las autoridades del Estado de México no creían que su mamá estuviera en peligro, por ser una adulta mayor. 

“Nos dijeron que a lo mejor se le olvidó cómo regresar a su casa, o sea, esa discriminación por ser de la tercera edad que aplican desde el momento en que llegas al Ministerio Público, y también por ser mujer, porque fíjate que me dijeron: ‘Es que las señoras hacen lo que quieren, a lo mejor se peleó con una de ustedes’”, recuerda.

 

        Adulfa Pomposa Cerqueda Martínez, en la imagen que circuló en su ficha de búsqueda, tras su desaparición en 2016. (Especial)

 

Como Adulfa, otras 808 mujeres adultas mayores han desaparecido en México, según las cifras oficiales. Sus casos están invisibilizados ante una tragedia que rebasa las 112,000 personas sustraídas de sus familias. La mayoría hombres, la mayoría jóvenes.

Diana recuerda a su mamá como una mujer carismática y muy alegre. A veces le pedía preparar decenas de tortas para repartir en los hospitales, entre las personas que esperaban noticias de sus familiares. “También me ponía a juntar las latas de aluminio para venderlas y con eso compraba dulces para los niños el 30 de abril”. 

El Día de las Madres es una fecha difícil para Diana. En los colectivos de familiares de personas desaparecidas son pocos las y los adultos en búsqueda de sus madres.

“Siento que las hijas no somos visibles el 10 de mayo. No nos toman en cuenta. Hasta ahorita no recuerdo una consigna nada más de las hijas [que buscamos]. Los 10 de mayo para nosotros son muy complicados, muy terribles”.

Y es que cada vez son más los hijos e hijas que se quedan en un limbo que la integrante del colectivo Buscándote con Amor del Estado de México define como soledad. Precisamente, en una de las marchas del 10 de mayo, en la Ciudad de México, Diana se encontró con la señora María Herrera, quien busca a sus cuatro hijos desaparecidos en 2008 y 2010. “Se me queda viendo y me dice: ‘¿A quién buscas?’. Le dije: ‘Ay, mamá Mary, cómo que a quién busco. Le presento a mi mamá’”. Y le mostró la foto que llevaba de Adulfa. “‘Así como usted siente tanto dolor y tanta soledad el día de hoy, así yo también me siento’ y nos abrazamos”, recuerda.

Hay un algo que Diana no puede describir sobre lo que implica que una madre esté desaparecida. Lo intenta. Dice que es perder al núcleo de tu familia. Habla de esa seguridad que da llegar a casa y saber que está ahí. La forma tan especial en que una mamá, su mamá, le daba aliento en las horas bajas. “Siempre estaba ahí, decía: ‘Hija, yo sé que tú puedes’”. Es un respaldo, un ancla.

A Diana no le gusta el 10 de mayo. No tiene nada que celebrar.

                                                    Efraín Tzuc

 

Hasta saber qué pasó

La busco porque es mi mamá, dice Alicia, Licha, sonriendo. Tiene pocos recuerdos de la otra Alicia de los Ríos, originaria de Chihuahua y detenida por agentes del Estado el 5 de enero de 1978, pero sabe todo de ella. Su desaparición y su búsqueda han definido quién es Licha.

La primera vez que fue consciente de la búsqueda de su mamá tenía 16 años, en 1993. Antes ya había estado con su abuela Alicia y su tía Marta en manifestaciones y eventos, pero cuando dijo: “Ah, mira, esto es lo que hacen cuando salen, esto es lo que significa ir a [la Ciudad de] México”, fue en una reunión con el entonces secretario de Gobernación. Después las acompañó al Campo Marte. Ahora sus propios hijos le hacen burla preguntándole cuándo van a irse de vacaciones sin que ella tenga algo que hacer. “Y yo les digo nunca, mijito, nunca. Para mí esas eran como las salidas, las vacaciones, juntarlas con algún evento donde íbamos con Marta o con mi abuela”.

Licha tomó la estafeta cuando las vio ya cansadas, cuando también a las otras señoras con hijas e hijos desaparecidos les empezaba a pesar la edad. Se ha preguntado por qué no puede tomar distancia de la búsqueda de su madre, y siente que es un compromiso que asumió al ver la fatiga de su abuela y su tía. Antes de que ellas murieran, la tercera Alicia, abogada, se hizo cargo del caso de quien fue integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre 

Tiene claro que no puede dejar que la búsqueda se extienda una generación más, que sus hijos vivan también siendo eternos buscadores, en una cadena infinita que se reproducirá hasta el fin de los tiempos si no se sabe dónde está su mamá. Licha espera que con ella se acabe la búsqueda y también la incertidumbre.

Alicia de los Ríos fue desaparecida hace 45 años, pero el tiempo que separa a Licha de otras familias buscadoras se desvanece cuando dice que comparten la ausencia, una corriente que une a todas las personas que buscan a su madre, sin importar cómo y cuándo desapareció.

Licha reflexiona sobre cómo su mamá y otras víctimas de la llamada “guerra sucia” fueron las primeras en ser desaparecidas por el Estado, con este mecanismo de represión que pasó del gobierno al crimen organizado. “Nuestros familiares fueron con quienes inició este dispositivo. Y cuando se viene esta gran ola de desapariciones, siento que nos agarró como qué está pasando, como si fuera algo desarticulado, pero tenía puentes en estas lógicas de la desaparición”. 

 

Alicia de los Ríos durante el amadrinamiento de un equipo de basquetbol del Tec de Monterrey. (Especial)

 

Los crímenes se han multiplicado desde 2006. De las 112,000 personas desaparecidas a la fecha, dice, mil 200 corresponden al periodo de la “guerra sucia”: más de 110 mil ocurrieron en los últimos 17 años.

Y si hace casi medio siglo las desapariciones eran similares respecto a los motivos y el objetivo de los perpetradores, ahora el abanico de familias es mucho más amplio, heterogéneo, pero en palabras de Licha lo que todas tienen en común es la ausencia. 

Su historia ha sido contada en documentales, textos, videos, se ha recordado en manifestaciones, frente a múltiples micrófonos, pero esa historia repetida sigue saliendo de su boca con la misma fuerza e indignación, con la misma claridad de que la búsqueda es hasta saber qué le pasó a su mamá. 

“Yo ahí ya no encuentro mayor razón que sea mi jefa, nada más por eso. Y ya después le metes el poder ejercido para desaparecerla de manera forzada, todos los asegunes, todas las razones que se van juntando, pero la busco en un primer momento pues, porque es mi mamá, nada más”.

                                                                                                                Aranzazú Ayala Martínez

 

Al son de ‘Paloma negra’

Hay momentos en que quisiera mejor rajarme

Y arrancarme ya los clavos de mi penar

Pero mis ojos se mueren sin mirar tus ojos

Y mi cariño con la aurora te vuelve a esperar.

Cuando escucha Paloma negra en la voz de Jenni Rivera, Yesenia Hernández piensa en su mamá. La recuerda cantando por la casa. Del regional mexicano, su género favorito, esa es la canción que más le gustaba. Pero para la familia Hernández Talavera, la vida y sus canciones cambiaron a las dos de la tarde del 5 de abril de 2021.

A esa hora, Ana María Talavera Rivera, de 47 años, fue a comprar café al municipio de Ocotlán, Jalisco. Tenía una cafetería. Tomó su coche, un Sentra verde 1993, y desde Jacona, en Michoacán, salió a carretera. La duración del viaje era de aproximadamente hora y media. 

Desde ese día no han vuelto a saber de ella.

La frontera entre Michoacán y Jalisco es una zona peligrosa. La versión oficial indica que existe una disputa entre grupos del crimen organizado, y Yesenia asegura que en esa misma franja han desaparecido al menos otras cinco personas en los últimos tres años. Sus familias forman parte, como ella, del colectivo Decofem (Desaparecidos de la Costa y Feminicidios de Michoacán) región Zamora.

“Mi mamá y yo éramos muy unidas, yo andaba con ella siempre, para todos lados. La apoyaba en todo, ella a mí también. Si me pedía que la acompañara, pues la acompañaba, pero ese día no fui y sí me lo pidió, una nunca sabe lo que va a pasar. Esa parte entre Michoacán y Jalisco es un libramiento y le llaman el corredor de la muerte, porque han sucedido muchos asesinatos y desapariciones. Mucha, mucha gente desaparecida. Dicen que es por los cárteles”, narra Yesenia al otro lado del teléfono. Ella es la segunda de tres hermanos. 

Mientras platica, se escucha el llanto de su hija, que está por cumplir dos años. Yesenia, que tiene 27, se enteró de su embarazo poco después de la desaparición de su mamá. Vivir ese proceso sin ella ha sido, dice, una de las etapas más dolorosas de su vida.

 

Ana María Talavera Rivera, en el interior de su cafetería. La foto es de 2021, cuando desapareció. (Especial)

 

“Mi mamá desapareció y a los dos meses me enteré de que estaba embarazada, y pues fue algo muy, muy difícil. Una quisiera que su madre le explique y que esté con una, que conozca a sus nietos. Fue muy difícil, todavía lo es. Una vive con angustia y con todo este terremoto de sentimientos que no sabes ni en dónde estás. Es muy complicado”, cuenta. 

Tras la desaparición de Ana María, su familia presentó una denuncia en Jalisco, donde la Fiscalía General del Estado no hizo prácticamente nada, salvo detectar que el último lugar marcado por el geolocalizador de su celular fue Tanhuato —a una hora de Ocotlán—, donde las autoridades ministeriales no han avanzado en la investigación.

Buscar por cuenta propia en Michoacán es muy peligroso, afirma Yesenia.

Acostumbrada a escuchar historias de madres que buscan a sus hijas e hijos, dice que con cada una le dan ganas de llorar. Piensa en su abuela, de 70 años, y en la tristeza en que se sumió tras la desaparición de su hija y la imposibilidad de salir a buscarla. 

Desde que Ana María no está, en su casa no se festeja el 10 de mayo. 

                                                                                                            Mónica Cerbón

 

 

​​www.adondevanlosdesaparecidos.org es un sitio de investigación y memoria sobre las lógicas de la desaparición en México. Este material puede ser libremente reproducido, siempre y cuando se respete el crédito de la persona autora y de A dónde van los desaparecidos (@DesaparecerEnMx).

 

 

 

 

Para Karen, este 10 de mayo será el primer Día de las Madres sin su hijo Sebastián

 

Por Monserrat Cárdenas

COLIMA, Col.- Karen Trujillo estuvo este domingo 7 de mayo en la Plaza de las y los Desaparecidos porque su hijo, Sebastián Silis, de 21 años, no está. Se lo llevaron de la habitación 107 de un motel del centro de Tecomán el 8 de febrero de este año tras una supuesta pelea.
Hoy vino a Colima desde aquel municipio para colgar la lona de su hijo en las viejas columnas de la Plaza con la intención de que alguien lo reconozca y así dé con él. Viene acompañada de una de sus hijas, y juntas cortan y retuercen el alambre para colgar su lona.
Ella es la más reciente integrante de la Red Desaparecidos en Colima A.C., que este domingo convocó a familiares de personas desaparecidas a colocar y renovar las lonas con los rostros de sus seres queridos en la Plaza de la que se apropiaron hace dos años para evidenciar la crisis de desapariciones en Colima, el epicentro de la violencia nacional.
“Las personas no te entienden mucho. Te dicen ‘ay, yo te comprendo en tu dolor’, pero no es cierto. Tienes que vivirlo realmente para que puedas sentir lo mismo que la otra persona está sintiendo. Y como que me siento un poco protegida por este tipo de grupos porque están pasando por lo mismo que yo”, dice Karen.
Sebastián Silis es muy amiguero, tiene una hija y un hijo pequeños. Le gustan los tatuajes y las perforaciones, por eso los lleva en su cuerpo. Es un chico rebelde, cariñoso y apegado a su madre, a quien su corta edad no le ha permitido saber a qué se quiere dedicar.
Su tía fue la que contactó a la Red y por la que su familia se unió a las decenas de mujeres y hombres que hoy ponen las caras y nombres de sus hijas e hijos en los pilares roídos de lo que fue la Rotonda de Colimenses Ilustres, un lugar pensado para enaltecer la labor de aquellos que hicieran historia en Colima y que hoy es un símbolo, histórico, de una nueva política criminal, como se refieren al fenómeno reciente de la desaparición forzada periodistas especializadas como Marcela Turati.
Karen no ha visto avances sustanciales en el caso de su hijo. Tiene con ella desde hace un mes algunas pertenencias que llevaba Sebastián la noche del presunto levantón que le dieron, pero la Fiscalía no ha dicho nada al respecto.
“Francamente no están trabajando en absolutamente nada. Ellos ya tienen datos, tienen dónde buscar, tienen todo lo que pasó. Puse la denuncia de desaparición, pero después me la pasaron acá a Colima como un levantón, y pues ya de eso no me han dado respuesta los fiscales, ninguna cita. Ya no he vuelto a saber nada. No creo que vaya avanzando”, expresa la madre.
El pasado 27 de abril, la Fiscalía Estatal confirmó la localización de 10 fosas clandestinas y 26 restos óseos en un predio de Cerro de Ortega, Tecomán. Según aseguró el Fiscal Especializado en Desapariciones de Personas de Colima, Héctor Javier Peña, ya trabajan en la exhumación e identificación de los restos, lo que dará a algunos familiares la certeza del paradero de sus seres queridos.
“Espero que muchos de nuestros corazones estén ahí para el alivio de las familias”, manifestó Carmen Sepúlveda Gómez, líder de la Red de Desaparecidos. “Es bueno (que se hayan localizado los restos) porque estamos encontrando, pero a lo mejor para muchas personas puede ser malo porque y ‘qué van a hacer con ellos, cuánto tiempo van a tardar en sacar las muestras de ADN’. Estamos exigiendo que se haga lo más rápido posible para la entrega de los cuerpos a los familiares”.
La colocación de lonas en la Plaza de las y los Desaparecidos se da previo a la marcha concertada por la Red para este 13 de mayo a las 5:00 P.M. con motivo del Día de las Madres, fecha en la que se defiende el derecho de las mujeres y familias a buscar a sus hijas e hijos y se exigen las acciones necesarias para encontrar a las 112 mil 090 personas desaparecidas en el país, de las cuales mil 503 son de Colima.
Por lo pronto, mientras identifican las osamentas de Cerro de Ortega y la Fiscalía actúa para encontrar a Sebastián, Karen deberá pasar el primer 10 de mayo sin su hijo. “Tengo más hijos, tengo dos niñas, pero creo que no lo podré festejar igual”, apunta.