Microhistorias: Los trabajos y los días o de cómo se puede transformar la realidad con tus propias manos

 

José Martínez Cruz

1.- Aprendimos a trabajar colectivamente.
Desgranar el maíz con un olote. Nos reuníamos a la luz de una vela en grupo en la casa de los Sierra, en Lechería, junto a las mazorcas de maíz, para desgranarlo y llenar unas cubetas que nos pagaban con unos centavos. Íbamos hermanos y hermanas así como primos y primas a trabajar. Yo tenía 5 años y recuerdo que el olor a establo impregnaba el ambiente. Al regresar a la casa, nos tomaban de la mano entre Alta, Manuel y Delfina, para que no tuviéramos miedo los más pequeños que éramos Santos y yo, cuando pasábamos entre los magueyes y nopales en medio de la obscuridad. Con los centavos que nos pagaban podíamos comprar pan y dulces. Ya mamá nos esperaba con tostadas fritas en aceite, con frijoles, queso y crema, para cenar rico. La felicidad tenía rostro de madre amorosa y padre trabajador. Era final de los años 50s de un siglo XX que nos vio nacer.
2.- El amor a la tierra y el jornal desde niños.
Aprendimos a trabajar la tierra con nuestras propias manos desde pequeños. Si bien es cierto que la milpa fue cultivada por mi padre durante su juventud en Cuamio, Michoacán y al llegar a Lechería en el Estado de México no teníamos tierra para sembrar, papá trabajaba toda la semana en la fábrica de llantas Good Year Oxo y "descansaba" los sábados rentando una parcela allá por un rancho por Atlamica, para enseñarnos a sembrar maíz y calabaza.
Cuando caminábamos hacia la escuela primaria en La Conchas, de Tultitlán, desde la colonia La Loma, en Cuautitlán, había aún varias parcelas de cultivo y en una de ellas la señora dueña nos invitó a trabajar deshierbando la milpa y pagandonos unos veinte centavos por jornada, siempre y cuando no cortaramos ninguna matita de maíz, o nos las descontaba. No éramos trabajadores agrícolas como el niño yuntero de la canción de Serrat, pero la sed y el cansancio nos enseñó a valorar todo tipo de trabajo. Antes de salir corriendo hacia el "llanito" a nadar en agua que se utilizaba para regar los campos de cultivo y que poco a poco se iba contaminando por las descargas de los drenajes de las fábricas. El trabajo era como un juego, o lo parecía, cuando lo hacíamos todos juntos, allá por 1963, cuando yo tenía la misma edad que hoy tiene mi nieto Ernestito, 8 años.
3.- Aprender a respetar los alimentos y los sentimientos.
Abuelo, ven y mata la cucaracha, pero no la espantes, me dijo Ernestito. Lo voltie a ver y luego de matar la cucaracha, me quedé pensando. Recuerdo que cuando ayudabamos a papá a matar los cerdos, para preparar las carnitas y chicharrones que vendíamos, nos decía que no tuviéramos tristeza ni miedo, porque entonces él cerdito no se podía morir. Mamá le torcia el pescuezo a las gallinas para hacerlas en caldo y mientras éstas pataleaban, nos veía y decía, váyanse para allá porque no se puede morir si la miran con lástima. Cuando fui a las comunidades indígenas de Chiapas, escuché que el abuelo se inclinaba frente al borrego y le pedía perdón porque le iba a quitar la vida para tener que comer. En una ocasión llegamos a la escuela primaria muy temprano y nos quedamos a ver como mataban las vacas en la carnicería, con un cuchillo que le clavaban en la nuca y luego cortaban la yugular para desangrarla, mientras veíamos como sus ojos desorbitados parecían más tristes que nunca. Hoy sé que todo ser vivo tiene fibras sensibles y que la relación que tenemos con ellos varía de cultura en cultura y de pueblo a pueblo, pero que el sentido ético nos lleva a repensar una y otra vez en los medios y los fines, como nos convoca a hacerlo unas palabras de un niño de 8 años que está atento a lo que pasa en el mundo.
4.- Un olor que pica y hace llorar.
Las pimientas se ponían en una bolsita de hule naylon y se sellaba con la lumbre de una vela. Igual se hacía con los cominos, orégano, canela, clavo, escogiendo una a una con nuestras pequeñas manos. Era una tarea que nos pagaban con unos centavos luego de tres o cuatro horas, ya que hubiéramos regresado de la escuela primaria, haber comido y hecho la tarea. La mezcla de olores impregnaba todo el ambiente y en ocasiones nos hacía estornudar tan fuerte que provocaba una risa generalizada entre los que ahí trabajábamos. Al salir hacia la casa, pasábamos antes a la tienda a comprar unos gansitos o panques de nuez, para llegar a cenar con un té de canela caliente que nos había preparado mamá.
5.- Si no vendes, caminas.
Siguiendo el ejemplo de mi hermano Román, que compró una caja de chicles y se fue a la parada de los camiones a venderlos, hicimos lo mismo. Me preguntaba cómo le haría para ofrecer los chicles, si con trabajos me salía la voz. Así que decidí subirme al camión que iba rumbo a Cuautitlán. No vendí ninguno y me quedé sin voz cuando vi que en el asiento trasero viajaba la niña que yo quería que fuera mi novia al salir de la primaria. Tenía que pedir al chofer que me bajara en la fábrica de Guanos y Fertilizantes, pero mejor me senté hasta llegar a Cuautitlán. Regresé caminando hasta la Loma, rumiando para mis adentros, y me propuse que en algún momento lograría expresar en palabras lo que pensaba y sentía. Creo que los chicles nos los masticamos todos en la casa, con la mano de mi mamá acariciando mi cabello, diciendo que no me preocupara, no todo mundo sabe hacer lo mismo, dijo sabiamente.
6.- Construir con las propias manos.
Cuando me recargué en la pared recién construida, sentí cómo lo sólido se desvanecía en el aire y los ladrillos se desplomaban sin poder detenerlos. Toda una jornada de trabajo destruida en un instante. Es una imagen que recuerdo de cuando estaba aprendiendo el oficio de albañilería. Había concluido de estudiar en la escuela secundaria y, debido a la huelga estudiantil de 1968, los calendarios escolares se habían desajustado. Así que durante más de un año permanecí en la casa, durante 1970, hasta que ingresé al CCH en marzo de 1971. En ése período el maestro albañil Rafael, empezó a construir el segundo piso de la casa de la familia en La Loma. Papá tenía uno de los salarios más altos de la región por las huelgas y luchas sindicales que habían realizado. Así que empecé a trabajar como "chalan" de albañil. Era un trabajo físico extenuante, cargar tabiques, arena, grava, cal, cemento, agua, madera, varillas, alambre, clavos, cucharas, palas, plomada, todo tipo de herramientas y materiales de construcción. Un trabajo duro y rudo. Con el apoyo de toda la familia y amigos se terminó de construir las paredes y colar la loza del techo. Una pequeña falla en el cálculo del peso nos obligó a utilizar una palanca de madera para ajustar los polines que la sostenían. No había Arquitectos que hicieran los planos, sino la experiencia de papá y el maestro Rafael, para diseñar empíricamente una casa que tenía la sala más grande de la colonia, misma que albergaria en 1972 a decenas de amigas y amigos que organizamos el Club Juvenil "El Poder de la Razón". Una vez que concluimos la construcción de la casa, me invitó el maestro Rafael a trabajar en otra construcción, en donde recibí mi primer salario como albañil y cuando lo iba a entregar a mamá, ella me abrazó y me dijo al oído, te lo has ganado con tu propio sudor de la frente, disfrutalo hijo querido.
7.- De cruces y de tumbas.
Pintamos cruces en las tumbas del panteón, dibujando las letras, en los días de muertos, y nos pagaban unos pesos, porque no teníamos faltas de ortografía y le dábamos un toque antiguo al diseño de las letras.
Las manos quedaban desolladas y casi se borraban las huellas de los dedos, cuando limabamos con sosa cáustica las lápidas de mármol y le dábamos brillo sin usar guantes. Nos pagaban por cada pieza que terminábamos y que aumentaba cuando el número de muertos crecía, sin que, ahora lo sé, hubiera una pandemia como la que enfrentamos recientemente.
Estudien para que no trabajen tan rudamente como yo, decía mi padre, que siempre nos apoyó para ir a la escuela, aunque él sólo pudo estudiar 4o. año de primaria y mamá nunca pudo estudiar en la primaria.
8.- De fuerzas físicas y usos de la palabra.
Quise entrar a trabajar en las fábricas textiles y automotrices del Valle de Cuernavaca, cuando llegamos a hacer trabajo militante de organización sindical. Entre a trabajar a Nobilis Lees para desmontar maquinaria textil en desuso y no me recontrataron porque todos los obreros me reconocían como el que distribuía volantes y periódicos a puerta de fábrica.
Solicité entrar a la industria química Mexama y me dieron un trabajo de estibar y empacar sulfato de sodio para la exportación. No me daban las fuerzas para cargar y descargar bultos de 50 kg durante toda la jornada de 8 horas. Me pagaron salario mínimo y no me renovaron contrato.
Entonces habíamos empezado a escribir en un periódico del PRT en Morelos, llamado El Militante, del que fui director y lo hacía durante toda la noche, sin recibir paga alguna. Escribí artículos para Bandera Socialista y para El Correo del Sur, sin salario.
Fue entonces, en 1977, cuando construimos el Frente Pro Defensa de los Derechos Humanos de Morelos, cuando nació el periódico Uno más Uno y empecé a colaborar como corresponsal en Morelos. Me pagaban por cada nota que dictaba por vía telefónica, porque aún no había fax.
Entre a trabajar como corrector y redactor en el periódico El Noticiero del Sur, que se hacía en una imprenta muy antigua. Me pagaban poco, pero aprendí a corregir y además me publicaban una columna llamada "Mundo obrero".
9.- El oficio de escribir.
Mi maestro de redacción en el CCH fue Jorge Peña Rodríguez. Más que reglas de ortografía, nos enseñaba a aprender a aprender, como un método para saber interpretar los signos de los tiempos, como nos la había enseñado mi mamá, que no sabía leer ni escribir, pero tenía la palabra precisa, la sonrisa perfecta, como años después escuché cantando a Silvio Rodríguez.
Me invitaron a colaborar en una revista llamada Demoz y ahí aprendí que la escritura política también podía ser desde la narración literaria. Me eligieron como Director del periódico del PRT, Bandera Socialista, donde incluimos poesía y literatura, sexualidad y militancia política, para impulsar el debate, la reflexión crítica y el compromiso de luchar por transformar la realidad. Como era un trabajo profesional de tiempo completo, recibía un salario del partido.
Escribir es un oficio. La palabra se labra a martillo y cincel, como aprendí en el oficio de albañilería. Se cuida y protege cada palabra, como las hojas de maíz o cada grano de la mazorca. Se piensa mucho lo que se va a plasmar por escrito, valorando cada una de las palabras que no se dijeron.
10.- Escribir desde el escritorio y a raz de tierra.
Narrar lo que ocurre en las fábricas y sindicatos, recogiendo historias de vida y de lucha, permite conocer la formación de la clase trabajadora en el Valle de Cuernavaca. Y plasmarlo en artículos y volantes, en periódicos y revistas, ayuda a construir una memoria histórica.
Ciertamente los ingresos económicos son mínimos y, en ocasiones, hay que combinar con otros trabajos, sobre todo por la llegada del pequeño León Ernesto en 1979. Fue así como hice un curso intensivo de organización y capacitación campesina para la producción y comercialización de sus productos, ingresando a trabajar en la Secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos a través del Fideicomiso de Organización y Capacitación Campesina. Me tocó coordinar la región sur poniente de Morelos, desde Miacatlan, Coatetelco, Tetecala, Coatlan del Río y Amacuzac. Reuniones, asambleas, cursos a grupos campesinos de la región. Hicimos un periódico tipo volante con el nombre de "Pido la Palabra", para narrar sus luchas y demandas de apoyo al campo. Solo duramos un poco más de 2 años y nos despidieron porque éramos demasiado subversivos, según nos dijo el Delegado de la SARH.
11.- De actividades políticas y otras sorpresas
Trabajar de Diputado Federal suplente ha sido una experiencia extenuante en las dos ocasiones en que he sido, de 1982 a 1985 la primera vez y de 1997 al 2000. Siendo suplente de Pedro Peñaloza en la diputación lograda por el PRT, dediqué gran parte a redactar y digir el periódico, y la segunda ocasión, suplente de Patria Jiménez, me tocó ser Director de la Revista Desde los 4 Puntos, de Convergencia Socialista.
12.- Aprender a aprender mediante la metodología de la pregunta.
Formular una pregunta implica tener ya la mitad de la respuesta. Esto fue lo que hicimos en los cursos de formación política de la Escuela Nacional de Cuadros del PRT cuando asumí la Dirección, nombrado por el Comité Político, una vez que regresé de Ámsterdam, Holanda, en 1985, luego de asistir a la escuela de la IV Internacional, durante 3 meses en el Instituto de Investigación, Formación y Educación (IIRE), con Ernest Mandel, Jannete Habel, Daniel Bensaid, Michael Lowy, Charles André Udry, Caterine Verla, Pierre Rousset, Robert Went, Eric Toussaint, Sandor Krivine, Livio Maitan, entre otros camaradas, daban los temas económicos, políticos, historia de las revoluciones, estrategia revolucionaria y experiencias de construcción partidaria.
Estuve varios años en la dirección de la escuela de cuadros del PRT trabajando con un equipo de camaradas, impartiendo cursos de duración de hasta 30 días en instalaciones que conseguíamos con sacerdotes y religiosas de la teología de la liberación en Cuernavaca.
13.- Leer mucho, pensar y reflexionar colectivamente para plasmar las palabras.
La experiencia de trabajar en medios de comunicación militante, como redactor o director de periódicos como Bandera Socialista o Revistas como Desde los 4 Puntos, me permitió también colaborar con artículos en la prensa internacional como Rebelión o La Internacional, así como en periódicos nacionales como El Universal Morelos, El Financiero Morelos, El Sol de Cuernavaca, y trabajar como corrector de estilo y redacción en La Opción de Morelos y colaborar en El Clarín de Morelos, así como La Jornada Morelos, donde publicamos el suplemento semanal "Derechos Humanos de Todas y Todos". Actualmente se publica una columna semanal llamada "Palabras Compartidas" en Lo de Hoy Morelos, entre otros medios.
14.- vivir la vida intensamente.
Los mejores relatos son los que se escuchan en las reuniones en torno a una mesa, disfrutando el inmenso amor de quienes luchan por transformar la realidad que nos toca vivir.

 

 

 

Militares, desapariciones y derechos humanos

 

Escrito por José Martínez Cruz

En el cuartel de la 24 zona militar de Cuernavaca los soldados torturaron, desaparecieron forzadamente y ejecutaron extrajudicialmente a Jethro Ramsés Sánchez Santana, de 26 años de edad. El primero de mayo de 2011, lo detuvieron arbitrariamente policías municipales que lo entregaron a policías federales y éstos a su vez llamaron al Ejército para entregarlo bajo la acusación sin fundamento de que formaba parte de un cártel de la delincuencia organizada. Han pasado los años y fue hasta 2019 cuando fueron sentenciados los implicados. En febrero de 2021 la Comisión de Atención a Víctimas emitió dictamen de reparación, sin que se haya cumplido. No detuvieron a sus jefes que ordenaron estos crímenes de lesa humanidad y no se investigó la cadena de mando hasta sus últimas consecuencias. No olvidamos.
José Ramón García Gómez fue desaparecido por elementos policiacos en Cuautla, Morelos, el 16 de diciembre de 1988. Se creó una Fiscalía Especial para investigar su desaparición forzada y se logró detener y encarcelar a tres policías del Grupo de Investigaciones Políticas de la Procuraduría General de Justicia, creado por órdenes del Gobernador Antonio Riva Palacio López, a quien se le sentó en el banquillo de los acusados, pero quedó impune cuando ocurrió la caída del helicóptero donde viajaba el Fiscal y un equipo para ejecutar una orden de aprehensión contra Antonio Nogueda Carbajal en Corral de Piedra, Guerrero, donde murieron varios y quedaron heridos Daniel Estrella Valenzuela y Edgard Sánchez Ramírez del PRT. Hasta la fecha se desconoce el paradero de José Ramón, cuyo caso fue enviado a la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Es inaceptable esta extrema violencia cometida contra una persona.
En Morelos las desapariciones forzadas se han documentado desde los años 70s, cuando fueron desaparecidos los niños Pastor, familiares de guerrilleros del Partido de los Pobres, en la época en que desaparecieron a más de 500 personas en el Estado de Guerrero y sobre todo en la sierra de Atoyac.
Actualmente el número de personas desaparecidas en Morelos asciende a mil 700, de 1988 a la fecha, de acuerdo a datos proporcionados por la Comisión de Búsqueda. Las causas de las desapariciones se han modificado, pero en lugar de disminuir, se han ampliado y diversificado.
En todo el país se han documentado más de 105 mil 112 personas desaparecidas y no localizadas (78 mil 323 varones y 26 mil 41 mujeres), lo que significa una verdadera crisis humanitaria. La inmensa mayoría de los casos son cometidos por grupos criminales que operan con la omisión de las autoridades o cuentan con la complicidad de las mismas, para mantener desaparecidas a las personas, asociadas a la trata con fines de explotación laboral o sexual. Sin embargo, casos como la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, muestran la complicidad entre soldados de la zona militar establecida en Iguala con los grupos criminales que controlan la región. Las detenciones de varios militares así lo demuestran, lo que sin embargo agrega una mayor preocupación por el hecho de que se hayan eliminado 20 órdenes de aprehensión contra militares acusados por la Fiscalía Especial para el caso Ayotzinapa y liberados por órdenes de la propia Fiscalía General de la República.
El Ejército mexicano ha sido utilizado por los diversos gobiernos para reprimir los movimientos sociales y perseguir a luchadores sociales. El asesinato de Rubén Jaramillo, su esposa Epifania Zúñiga y sus hijos en Xochicalco en 1962, es un episodio que muestra la vileza de la traición del propio presidente Adolfo López Mateos a la lucha jaramillista. La tortura y desaparición de los jóvenes activistas de Jojutla en 1977, Raúl, Victoria, Agustín y Oscar, motivó la protesta encabezada por sus familiares y contó con el apoyo del Obispo Sergio Méndez Arceo y el Frente pro Defensa de los Derechos Humanos, para recuperarlos con vida. Las secuelas del daño psicológico permanecen durante décadas y solamente es posible superarlos mediante el apoyo y solidaridad para exigir justicia y que haya garantías de no repetición por parte del Estado.
Por todo ello es que elevamos nuestra voz de protesta por el proceso de militarización de la seguridad pública, iniciado por el gobierno de Calderón con la mascarada de la guerra contra las drogas, fortalecida por Peña Nieto con graves masacres como en Tlatlaya y las desapariciones en Iguala de los 43 y actualmente profundizada con las modificaciones legales impulsadas por el gobierno de López Obrador y ratificadas por la mayoría de los partidos que ampliaron el mandato del Ejército y la Guardia Nacional en labores de seguridad pública que no les corresponden hasta el año de 2028.
La criminalización y persecución de activistas y periodistas por parte del Ejército, de acuerdo a los documentos hackeados por La Guacamaya, incluyendo los ataques y calumnias en contra del abogado de los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, Vidulfo Rosales Sierra, muestra la gravedad de que se siga otorgando mayor poder a los militares en tareas que no le corresponden.
Este 12 de octubre en Morelos marcharon comunidades indígenas de Cuentepec, Tetlama y Alpuyeca contra la minería tóxica que se pretende construir en Xochicalco y en protesta por la militarización de la seguridad pública, ya que se ha demostrado que los megaproyectos que pasan por encima de tierras y territorios de las comunidades indígenas son impuestos mediante el uso de la violencia de grupos criminales y bandas paramilitares, protegidos por el Ejército. También a nivel nacional se movilizaron los pueblos indígenas convocados por el CNI para denunciar la militarización y sus consecuencias en el incremento de las violaciones a los derechos humanos, feminicidios, desapariciones, tortura y ejecuciones extrajudiciales en contra de personas que defienden la tierra y el territorio.
Porque no hay democracia con desaparecidos, decimos no a la militarización de la seguridad pública.

 

 

 

El triunfo de la cultura del priismo, y las tareas pendientes de los trabajadores en el STSGE

 

Por: Josué N. De la Vega M./ Bloque Popular

Concluyó la elección del Comité Estatal del STSGE y se ha levantado con el triunfo la tradición, la costumbre, el conformismo y corrupción: Martín Flores Castañeda. Los trabajadores al no tener una real alternativa que diera la firme idea de ser un verdadero y sagaz contrincante, verdadero líder combativo, es que abandonó al candidato, Sergio Fuentes. Los trabajadores prefirieron entonces no despeinarse y continuar con lo ya conocido, con las malas mañas. Para que arriesgar, han de haber dicho. Más vale viejo mañoso que “nuevo” igual de mañoso, pero sin punch. Es un aprendizaje que han obtenido con el tiempo.

Desde la existencia del sindicato, han sortear los trabajadores todo tipo de triquiñuelas, de manera que han logrado ser expertos de cómo ascender escalafonariamente, de obtener categorías sin cumplir los requisitos reglamentarios, y también saben cómo alcanzar plazas laborales para familiares gracias a la cercanía que se tiene con el dirigente sindical y esperar callado los favores; típicas formas, todas ellas, de dominación patriarcal

La disputa no estuvo centrada entre democracia y autoritarismo. Que no quieran engañar las fuerzas vivas del priismo, que cobijaron durante todo el proceso al hoy ganador, con el manto de la democracia, cuando lo que se escondía detrás de ese ropaje era la esencia y tufo priista. Ambos candidatos han sido formados y siguen participando de la cultura autoritaria y de la cultura de la modorra, herencia propia del priista del México moderno que recorre los poros societales y se anida en las instituciones del país, entre ellas, los partidos políticos sin importar distingos de nombre. 

Ellos, los dirigentes sindicales y seguidores han sido artífices y fomentadores del reforzamiento de la idea de que: la autoridad superior conoce y resuelve los problemas y el trabajador espera y calla. Esa es la disciplina corporativa. El capital social de MFC es producto de esa conducta, de “favores”, de “obsequios”, de abrazos, de comidas, de becas, de regaño al compadre por mal comportamiento con la comadre, de bautizos, de asistencia a cumpleaños, de abrazos y coscorrones, de perdona vidas, de amantes, de créditos para casa, conductas de larga data que se vuelven tradiciones y que se transforman en maneras de ver y actuar, es decir, en costumbres. 

El mejor representante de ellas ha triunfado de manera abrumadora, por más del 92 por ciento de la votación, que por el momento se ha convertido en el líder “opositor” del actual gobierno: MFC. El candidato oficial, Sergio Fuentes, tenía también en su haber parte de ese capital social, sin embargo, su talón de Aquiles fue la falta de fuerza de su imagen y propuesta sindical que impidió que se distinguiera del otro. 

Flores Castañeda es el candidato “opositor”, es la cuña priista en el aparato de gobierno, lo manifiesta el que viejos políticos priistas, sin importar sus diferencias, se hayan reunido para ungir al triunfador. El actual triunfador, al publicar información propia del gobierno del estado, como las nóminas salariales, tenía el gobierno del estado que haber procedido, por medio del jurídico gubernamental, por violaciones como servidor público, y sin embargo, respondió con novatez el subsecretario de Administración, Víctor Manuel Torrero Enríquez, con amenazas y por otras vías, se dieron a conocer nombres de exgobernadores y de sus respectivos séquitos que disfrutan de ventajas ilegales del erario gubernamental. Señalamiento que molestó a más de un exfuncionario estatal. La filtración desde palacio de gobierno los puso en guardia y a la ofensiva. 

En el discurso que pronunció Martin Flores, el gran charro de Colima, en el casino de los burócratas, al conocerse los resultados de la votación, fue clara su advertencia.  Al sentirse fuerte e invencible, lo llevó a enviarle un mensaje cifrado a Indira Vizcaíno: “que es `mucho el compromiso´ que he adquirido tras la elección”. Frase cuya traducción significa que su arrollador triunfo y el apoyo amplio que obtuvo de los trabajadores y de las fuerzas vivas priista le obligan a cumplir con cada uno de sus compromisos de campaña. De manera que, para evitar un choque de trenes, la invita a formar equipo con él a favor de los y las colimenses. Como dicen los priistas: “hay tiro”. 

Los trabajadores han perdido una gran oportunidad al desaprovechar el proceso electoral y no haber lanzado un candidato propio de corte sindicalista revolucionario y combativo y con un verdadero programa de lucha y concientización. La tarea pendiente para los de abajo, es impulsar un trabajo sindical en cada espacio del gobierno estatal, en cada oficina y departamento, que convoque a los empleados a luchar por un sindicato democrático. Para lograrlo, es requisito darle vida a un Bloque Democrático y combativo que luche diariamente por socavar la cultura priista e impulsar en las próximas elecciones de comité ejecutivo sindical, la planilla “roja” que identifique la firmeza de los trabajadores. 





Nueva dirigencia del STSGE, cuando el charrismo impera

Foto: Captura de vídeo/ Facebook 

 

Escrito por Josué N. De la vega M. / Bloque Popular

La elección para escoger la dirección del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado que el 10 de agosto habrá de escenificarse, ha convocado a dos de las fuerzas charras. Una, la principal, la que encabeza Martín Flores Castañeda, y la otra, encabezada por Sergio Fuentes Mendoza, impulsada por el gobierno morenista. El primero agrupa a aquellos que durante años han tenido la dirección de la organización, tiempo durante el cual, además de permitirles la cohabitación con las fuerzas priistas que han gobernado por décadas la entidad, han sido participes de la llamada familia revolucionaria. Durante ese tiempo, han prohijado una fuerte red de intereses perversos y corruptos en la vida sindical, las clásicas formas de dominación charra, como son: el manejo patrimonialista de los bienes públicos, entre ellas, las plazas, los recursos financieros del sindicato, las relaciones personales y los cochupos.

Ha sido este mar de corrupción y falta de democracia en que se ha fincado la dominación del grupo de MFC, aunada con la violencia física y psicológica, usada contra todo aquel que se oponga a su mandato, contando con la protección, claro está, de las fuerzas agrupadas en los gobiernos priistas. La vida sindical ha sido un verdadero cochinero, que no aprobaría una auditoria; de efectuarse, lo más probable es que su actual dirigente y muchos de sus secuaces irían a parar a la cárcel por malversación de fondos. 

La pregunta que debemos entonces que formularnos es el porqué de la discrepancia y finalmente la ruptura entre la gobernadora Indira Silva Vizcaíno y el dirigente sindical del STSGE. La respuesta ingenua y a bote pronto la ubicaría en el cambio de partido político, es decir, en la nueva conformación de la gubernatura en Colima. Y sería válida, siempre y cuando las diferencias entre ambos contendientes fueran por cuestiones de principios, pero no es así. Ambos fueron criados y son participes de la cultura priista, del agandalle, de la corrupción, de las negociaciones transbambalinas y de la desmovilización popular. Ambos son antidemocráticos. Tampoco es válida la idea de que las diferencias están ubicadas en la lucha por la centralización del poder en las manos de la gobernadora, pues todos los gobernadores han centralizado en sus manos el poder. Ninguna reforma constitucional ni proyecto político de gobernador alguno en Colima, que sepamos, ha buscado el fortalecimiento de los organismos privados y la reforma de gobierno para dar vida a los pesos y contrapesos entre los poderes del Estado. Unos han ejercido el poder de manera ostensible, como fue el caso de Fernando Moreno, otros con timidez, tal sería Carlos de la Madrid. Diferencias de estilo. 

Los más avezados en estas lides, que conocen el origen y permanencia del charrismo sindical, establecen como principio de vida de éste, al aparato de Estado, de donde salen los recursos monetarios, la justificación gubernamental y la protección jurídica a través de las instancias laborales, como las llamadas juntas de conciliación y arbitraje y todo el entramado jurídico- laboral, ellos ubican el conflicto entre gobernadora y el líder sindical en la lucha presupuestaria, en particular en la defensa, no de los salarios de los trabajadores, no del 3.5 de incremento, eso es lo menos importantes, sino en la defensa de las canonjías presupuestarias asignadas año con año al sindicato para uso exclusivo del secretario general del STSGE, es decir, de MFC. Ese es el verdadero conflicto. Los dos están por aplicar la austeridad neoliberal, los dos defienden la precariedad laboral de los trabajadores al servicio del estado, ambos participan de la corrupción, de la misma cultura política, la diferencia estriba entonces en que los intereses de uno, de Martín Flores, son hoy, en esta administración, socavados. 

Si el charro Martín Flores es derrotado en este proceso electoral por el candidato oficial, nada habrá cambiado para los trabajadores. Tanto el aparato charro seguirá vivo, ahora resguardando a ún “nuevo” dirigente con las mismas características del anterior, basta recordar que el señor Sergio Fuentes Mendoza ha sido desde hace veinte años un parásito más de la burocracia sindical, fiel servidor de Martín Flores, con todos sus vicios y perversiones. De la noche a la mañana se vuelve un “demócrata” fomentando, con la gracia de la gobernadora, la cultura priista en territorio morenista, de desmovilización, despolitización y subordinación, en que los lazos entre autoridad y trabajador hace de los segundos unos actores sumisos y de la organización un instrumento de control.

 

 

 

 

Alto al baño de sangre en Colima

 

Escrito por Juan Ramón Negrete Jiménez 

Por mucho, el inicio del presente año ha sido el más violento en nuestro estado, donde la cantidad de homicidios dolosos se ha disparado de manera tal que Colima se encuentra convertido en el estado más violento de la República.
Los ataques con armas de fuego de alto calibre, incendios de viviendas, desapariciones forzadas y otros tipos de agresiones han dejado a una gran cantidad de personas lesionadas o que se han visto afectadas en sus bienes.
Los hechos de violencia alcanzan cada vez, niveles insospechados, donde la actuación de los cuerpos de seguridad de los tres niveles de gobierno, se han visto rebasados, dando la impresión de que las estrategias de seguridad no han sido las más adecuadas.
Lamentablemente esos hechos de violencia no solamente han causado la muerte de personas, que, de acuerdo al discurso oficial, ocurren entre miembros de bandos antagónicos de la delincuencia organizada que se están peleando la plaza.
En esta escalada de violencia hemos sido testigos de cómo en fecha reciente fueron acribillados una maestra normalista, hija de un colega periodista, y un maestro, han caído abatidos elementos de seguridad, cuando se encontraban de descanso.
Sin embargo, la gota que derramó el vaso ocurrió la noche de este lunes 2 de mayo, cuando afuera de su propio domicilio fue cobardemente atacado y privado de la vida un conocido abogado colimense, que se destacó en la política, la cual abrazó con pasión.
Legislador local en tres ocasiones, en la Quincuagésimo Tercera, Quincuagésimo Quinta y Sexagésima Legislatura, postulado las dos primeras ocasiones por el Partido Revolucionario Institucional y ésta última por el Partido Verde Ecologista de México, me refiero a nuestro amigo Roberto Chapula de la Mora.
Un hombre que desde la máxima tribuna del estado alzó siempre la voz, para exigirle a la mayoría del grupo parlamentario de MORENA, apoyaran para que se emprendieran acciones en favor de la seguridad y de esa manera apoyar a la titular el Poder Ejecutivo del Estado, sus palabras no encontraron el eco deseado y hoy Roberto Chapula de la Mora, pasó a formar parte de la estadística mortal de nuestro estado.
Ante esa imparable ola de violencia, los periodistas colimenses alzamos la voz para reprobar no solo el cobarde asesinato de nuestro amigo Roberto Chapula, sino la muerte de cientos de colimenses, hombres y mujeres, que echan por la borda el discurso oficial de que los homicidios van a la baja.
Lamentamos estos hechos sangrientos que han enlutado centenas de hogares, pero levantamos la voz para exigirle a las autoridades responsables de la investigación de este tipo de hechos, que redoblen acciones y lleven ante la justicia a los asesinos materiales y de existir autores intelectuales de quienes ordenan estas ejecuciones y se les aplique todo el peso de la ley.
Ya no se puede permitir que continúe este baño de sangre en nuestro estado, por ello demandamos que los cuerpos de seguridad actúen con mayor firmeza y determinación, porque ya no se puede, ni se debe permitir que ataquen las propias instalaciones de los cuerpos de seguridad, como ha ocurrido en más de una ocasión o se sigan registrando homicidios dolosos.
A los familiares y amigos de todas las personas que han sido abatidas, les expresamos nuestra solidaridad.
A nuestras autoridades federales, estatales y municipales, les demandamos una mayor aplicación y si deben cambiarse las estrategias, que se haga, pero que ya, de una vez por todas, se frene este baño de sangre.

Colima, Col., 3 de mayo de 2022

* Palabras expresadas por el autor, presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de la República Mexicana (Fapermex), durante el evento por el Día de la Libertad de Prensa.