Higinio Trinidad de la Cruz, defensor ambiental de la Sierra de Manantlán es asesinado pese a estar bajo el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras

Higinio Trinidad de la Cruz, indígena nahua y defensor del ambiente y el territorio en la Sierra de Manantlán, Jalisco. Foto: Cortesía
Analy Nuño

 

* El 24 de noviembre, a Higinio Trinidad de la Cruz lo desaparecieron después de acudir a una cita en las oficinas de la presidencia municipal de Cuautitlán de García Barragán, en Jalisco. Un día después, su cuerpo fue localizado en la Sierra de Manantlán.  

* Higinio Trinidad, al igual que otros integrantes de la comunidad indígena de Ayotitlán, era beneficiario del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras del gobierno federal desde abril de 2021. Su desaparición y asesinato ocurre un mes después de que personal del mecanismo visitó a pobladores de la Sierra de Manantlán. 

* El nombre de Higinio Trinidad de la Cruz se suma al de Celedonio Monroy Prudencio y al de J. Santos Isaac Chávez, defensores de Manantlán que también fueron desaparecidos y asesinados. Los tres denunciaron la tala, la minería ilegal y el control del territorio por parte de grupos del narcotráfico en la Sierra de Manantlán; también participaron en los procesos legales en contra de la mina que, desde 1975, extrae hierro en la región.


* Con su caso se eleva a 37 el número de personas defensoras de ambiente y territorio en México que, desde diciembre de 2006, han sido víctimas de desaparición y han sido localizadas sin vida.

Por Analy Nuño*

Higinio Trinidad de la Cruz hablaba fuerte y directo, saludaba con un apretón de manos, siempre vestía camisa y pantalón de mezclilla; su atuendo también incluía un maletín con documentos. Desde la desaparición de su compañero en la defensa del territorio, Celedonio Monroy, en 2012, aprendió a torear los ataques y amenazas. Él no quería irse de Lagunillas, no quería dejar la Sierra de Manantlán, esa región de Jalisco que ha estado marcada por la tala, la minería legal e ilegal y la presencia de los grupos del narcotráfico. Desde 2022, las amenazas en su contra aumentaron. Aún así no abandonó su tierra. La última vez que se le miró con vida fue entrando a una oficina de gobierno.

La mañana del pasado viernes 24 de noviembre, Higinio Trinidad de la Cruz acudió a la presidencia municipal de Cuautitlán de García Barragán, ahí lo citó el presidente municipal Jesús Delgado Camberos Durante. El resto del día y la noche, su familia no tuvo noticias de él. Incluso, la organización no gubernamental Tsikini, que acompaña legalmente a la comunidad de Ayotitlán, alertó en la red social X sobre la desaparición del defensor indígena nahua, quien al igual que una veintena de pobladores de la Sierra de Manantlán se encontraba dentro del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras del gobierno federal.

El sábado 25 de noviembre, el cuerpo de Higinio Trinidad fue localizado sin vida —con huellas de violencia y un disparo— cerca del puente Arroyo Hondo en el poblado Las Marías del Ejido de Ayotitlán, en la Sierra de Manantlán.

Leer nota completa en el siguiente enlace: https://adondevanlosdesaparecidos.org/2023/11/30/mexico-higinio-trinidad-de-la-cruz-defensor-ambiental-de-la-sierra-de-manantlan-es-asesinado-pese-a-estar-bajo-el-mecanismo-de-proteccion-para-personas-defensoras/

 

 

* Este reportaje es parte del proyecto periodístico Defensores desaparecidos realizado por Mongabay Latam, Quinto Elemento Lab y A dónde van los desaparecidos.


Es una periodista independiente y fixer, egresada de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad de Guadalajara. Actualmente forma parte del equipo de investigación periodística del proyecto A dónde van los desaparecidos. 

 

 

Antropología forense: la estimación de la edad como barrera para el proceso de identificación

 

Por Isabel Beltrán Gil/ GIASF* 

La antropología forense tiene como propósito contribuir en el proceso de identificación humana, para evitar que se den casos como el de Marcela Balderas, cuya búsqueda se prolongó por un incorrecto estudio de la estimación de la edad de su hijo Cosme Humberto Alarcón Balderas. Por tanto, el objetivo de la antropología forense es establecer el perfil biológico de los restos humanos analizados. Dicho perfil busca reconocer el sexo, edad y estatura de la persona esqueletizada, datos que representan una hoja de ruta sobre la que apoyarse en los procesos de búsqueda en los Servicios Médicos Forenses (SEMEFOs), por ejemplo. 

Esta información básica permite crear una base de datos post mortem (PM) que sirve de consulta en las búsquedas. Esto significa que, al preguntar en un SEMEFO por una persona específica con unas características concretas (sexo, edad, estatura, rasgos particulares), el registro permite determinar si entre las no identificadas hay alguna que presente coincidencias. 

De modo que, cualquier dato PM incorrecto va a repercutir en la localización de la persona y en su restitución, y por ende, en la crisis forense. Así, los errores en el diagnóstico antropológico del perfil biológico tienen como consecuencia bases de datos deficientes y panteones con personas que pudieron ser identificadas con mayor premura. 

Bajo este contexto, la estimación de la edad representa un problema no percibido, con amplias consecuencias negativas en el proceso de búsqueda. Los métodos antropológicos para establecer la edad de una persona se sustentan en la variabilidad que implica el proceso de envejecimiento; tomando en cuenta que el envejecimiento no es lineal en las personas, sino que está condicionado tanto por factores biológicos (genética) como ambientales (estilo de vida). 

Desde la antropología, los métodos establecidos analizan la metamorfosis que se produce en huesos como la cuarta costilla o la sínfisis del pubis (Ilustración 1) debido a la pérdida progresiva de masa ósea con la edad [1]; estos huesos son los que se utilizan habitualmente para calcular la edad, y hay varios métodos antropológicos que permiten analizar los cambios que se producen en éstos como consecuencia del envejecimiento. 

Estos cambios, asociados a la existencia de modificaciones en el funcionamiento de la estructura ósea, están relacionados con factores hormonales, genéticos o nutricionales, que repercuten en la salud del hueso. Por eso, un adecuado estudio antropológico para establecer la edad de una osamenta siempre va a dar como resultado un rango de edad y nunca una edad específica. Sin embargo, es frecuente encontrar en los informes de identificación un número concreto como respuesta a la edad correspondiente al cuerpo no identificado. 

Ilustración 1: Cambios en la costilla y pelvis por proceso de envejecimiento

Fuente : Udo Krenzer (2006)

Otro problema habitual, además del uso incorrecto de estos métodos, es la ausencia de su utilización. El hecho de que el cuerpo presente tejido blando y se encuentre en un estado de conservación óptimo no implica que no sea necesario utilizar la antropología para estimar la edad. Con frecuencia, en estos casos la edad se basa en una primera observación externa del cuerpo, indicando únicamente la edad que aparenta, que no necesariamente corresponderá con la edad que tiene realmente la persona. 

Con  base en esta situación es que encontramos casos como el de Marcela Balderas, cuyo hijo Cosme Humberto Alarcón Balderas, de 16 años, es registrado en el SEMEFO como un adulto de 25 años, imposibilitando su localización durante varios años [2], y como éste podemos encontrar más casos a lo largo del país. El problema radica no sólo en la falta de profesionales cualificados para responder a las preguntas del perfil biológico (incluso en casos donde el cuerpo presenta tejido blando), sino también en la falta de recursos materiales que faciliten estos estudios y en la consolidación de equipos multidisciplinares en el área de identificación; de manera que, médico forense, odontólogo, antropólogo, etc., trabajen de manera conjunta. 

Estimar la edad debe asimilarse en los procesos de identificación como una herramienta que busca la no exclusión, dado que son muchos los factores, como se comentaba anteriormente, los que van a incidir en el proceso de envejecimiento de los huesos; por eso es obligatorio hablar siempre de rangos de edad fundamentados en un método antropológico estandarizado. Asimismo, el recurso de herramientas como los Rayos X son fundamentales para evitar situaciones como la de Marcela Balderas. Las radiografías permiten observar, cuando todavía está presente el tejido blando, el desarrollo de los huesos indicando si se trata de un infante, adolescente o persona adulta [3,4]. 

En síntesis, la estimación de la edad representa un arma de doble filo puesto que si es utilizada correctamente bajo las indicaciones establecidas por la metodología antropológica contribuirá eficientemente en la pronta identificación. Sin embargo, su uso incorrecto alimentará la crisis forense porque participará en el incremento del número de cuerpos no identificados que se suman lentamente a la lista de larga data. Cabe preguntarse cuántas personas inhumadas en los panteones siguen invisibilizadas en el proceso de búsqueda por una estimación de la edad deficiente. 

Es necesario evitar la lógica simplista que sostiene que un estudio incorrecto de la edad no tendrá consecuencias en la identificación de la víctima porque el estudio genético es la solución a la crisis forense; esta posición sólo alimenta y justifica las irregularidades que contribuyen a fomentar la problemática existente. 

Todas las personas no identificadas tienen derecho a ser identificadas, y esto genera la obligación de implementar todos los métodos y disciplinas que puedan contribuir a resolver este enigma, tomando en cuenta que no siempre será posible dar una respuesta desde el uso de la genética. De ahí que no se menosprecie la utilidad que puede tener la antropología para el proceso de identificación, especialmente si se emplean correctamente sus métodos para construir el perfil biológico. 

REFERENCIAS

[1] Udo Krenzer. (2006). Compendio de métodos antropológicos forenses para la reconstrucción del perfil osteo-biológico. Centro de Análisis Forenses y ciencias Aplicadas (CAFCA). Consultado en: https://criminalistica.mx/descargas/documentos/pdf/biblioteca/Compendio_Metodos_Antropologico_Forenses.pdf 

[2] https://adondevanlosdesaparecidos.org/2020/09/29/desaparecer-dos-veces-la-burocracia-que-pierde-cuerpos/

[3] Pedro Manuel Garamendi González, María Irene Landa Tabuyo,(2010). Determinación de la edad mediante la radiología, Revista Española de Medicina Legal, Volume 36, Issue 1, Pages 3-13, https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0377473210700304

[4] Tineo, Francisco, Espina de Fereira, Angela Irene, Barrios, Fernando, Ortega, Ana, & Fereira, Jose. (2006). Estimación de la edad cronológica con fines forenses, empleando la edad dental y la edad ósea en niños escolares en Maracaibo, estado Zulia. Acta Odontológica Venezolana, 44 (2), 184-191. https://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0001-63652006000200006

***

*Isabel Beltrán Gil es doctora en antropología sociocultural y especialista en antropología forense. Orientó su perfil profesional hacia la recuperación e identificación de restos humanos, el análisis crítico de la muerte violenta en contexto de Derechos Humanos y la dimensión epistemológica de la antropología forense. Es integrante del Comité Investigador del GIASF.

 

 

 

El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas… una posibilidad para visibilizar la desaparición

                                                                                            Foto: AdóndevanlosDesaparecidos

 

Sandra Odeth Gerardo/ GIASF

Desde mediados de este año, el gobierno federal desplegó una estrategia para “actualizar” la base de Datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO). La primera fase consistió en un censo “casa por casa” para verificar si la persona desaparecida había vuelto a su domicilio o ya había sido localizada [1] . La segunda fase ha implicado llamadas telefónicas a familiares desaparecidos desde call centers operados por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) [2] . 

Desde los primeros días de la aplicación de estos censos, colectivos de familiares de víctimas de desaparición denunciaron, en primer lugar, la revictimización que implicaba este ejercicio; las visitas a los domicilios de las personas desaparecidas, incluso con presencia de elementos de la Guardia Nacional, generaron expectativas, confusiones, enojo, y sufrimiento a los familiares que continúan en la búsqueda de sus seres queridos [3] . Con el paso de los meses se hizo evidente la falta de claridad respecto a la metodología que se estaba siguiendo en este ejercicio

Esta estrategia para hacer decrecer el número de personas desaparecidas en México, se puso en marcha después de que, en mayo de 2023, las estadísticas del RNPDNO exhibieran que en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se habían superado las cifras de desaparición en comparación con sexenios anteriores [4]. La renuncia y posteriores declaraciones de la ex Comisionada Nacional de Búsqueda, Karla Quintana, confirmaron que dicha “actualización” del registro tenía, sobre todo, la intención de disminuir las cifras de desaparición en México[5].

El que la cifra de personas desaparecidas aumentara de tal manera en los últimos cuatro años, asoma dos aspectos de la problemática de la desaparición en México: el hecho en sí mismo y su representación. Los registros del RNPDNO no sólo mostraron cómo efectivamente las desapariciones aumentaron en este sexenio, sino también nos invitan a pensar que vivimos en un contexto donde nombrar la desaparición y denunciarla a través de cualquier canal, es algo más común e incluso probable. En ese sentido, aun con sus falencias y carencias, el RNPDNO funcionaba como una herramienta de visibilización de la desaparición y sus víctimas. 

El historiador Benedict Anderson analizó el papel de los censos y los mapeos tanto en las empresas coloniales como en la conformación de estados nacionales:  censar y mapear son dos acciones fundamentales para conocer el estado de las cosas en determinado territorio, pero también para construir subjetividades y lazos que conforman comunidades. En ese sentido, visibilizar subjetividades a través de los padrones es una manera de construir comunidades. Para muestra, están las categorías de auto adscripción indígena o de la diversidad sexual que han sido consideradas por los censos nacionales en la última década y que nos han permitido empezar a reconocer diferentes subjetividades y las problemáticas de discriminación que atraviesan. 

En el caso del RNPDNO, no se está negando la necesidad de un registro confiable que contemple también a quienes efectivamente han sido encontrados. Sin embargo, la estrategia impulsada desde el ejecutivo, que se enfoca más en demostrar que en conocer, no sólo es peligrosa por la ya grave revictimización o por la falta de metodologías, sino porque es en sí misma una forma de borrar de nuestra comunidad a las personas desaparecidas que tanto esfuerzo  ha costado visibilizar pese a  su ausencia. 

¿Y las personas migrantes desaparecidas? La invisibilización de la invisibilización

Una de las grandes faltas del RNPDNO es el registro de personas extranjeras que desaparecieron en un contexto migratorio en México. Al 8 de noviembre de 2023, en México se registran 113, 060 personas desaparecidas o no localizadas. De ese total, 532 son personas con ciudadanía hondureña, 430 guatemaltecas y 187 connacionales salvadoreños. Este mismo registro, solamente consigna a 270 personas bajo la categoría de “persona migrante desaparecida”. Al subregistro de personas desaparecidas, las familias y colectivos de personas migrantes han exigido se contemple el subregistro e invisibilización de esta realidad específica. 

La desaparición de estas personas ha sido tan poco considerada por el Estado mexicano, que ni siquiera fueron tomadas en cuenta para las estrategias mal llevadas de los censos casa por casa y las llamadas telefónicas. En diálogo con Ana Enamorado, coordinadora de la Red Regional de Familias Migrantes [6], nos preguntábamos con preocupación si siquiera se habría puesto sobre la mesa la posibilidad de contactar o visitar a las familias de las personas originarias de países de Centroamérica.

Siguiendo con el argumento de los censos como herramientas que pueden visibilizar subjetividades y construir comunidades imaginarias, como les llama Benedict Anderson, resulta evidente que las personas migrantes extranjeras desaparecidas en México no requieren ser invisibilizadas porque difícilmente han logrado ser consideradas en los imaginarios y realidades de la desaparición en México. 

En ese sentido, los registros y estadísticas oficiales de la desaparición en México tienen una deuda con las víctimas desaparecidas en contexto migratorio y sus familias, previo al agravio que estamos viviendo hoy con la estrategia para disminuir las desapariciones.  No se puede borrar lo que ya estaba invisibilizado. 

Registros confiables para enfrentar la desaparición

Tanto las familias extranjeras en búsqueda, como los colectivos nacionales  y la sociedad civil en general, habían denunciado a los gobiernos de México el subregistro y la falta de estadísticas confiables que dieran cuenta de la desaparición en México. Con la advertencia de que las personas desaparecidas son más que una estadística, integrantes de diversos colectivos demandaron registros confiables al actual presidente desde los Foros de Pacificación que llevó a cabo antes de tomar la presidencia en septiembre de 2018. 

Una de las promesas del actual gobierno federal fue la atención integral a la problemática de la desaparición y la atención a sus víctimas. En ese marco, el RNPDNO arrancó en 2019 con labores de actualización del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED). Si bien, la estrategia actual desplegada bajo órdenes del ejecutivo no borra de un plumazo a las personas víctimas de esta violencia, sí implica un retroceso en la visibilización de la desaparición y las personas desaparecidas. El esfuerzo por bajar las cifras es una falta más a las promesas con las que López Obrador  llegó a la presidencia. 

El RNPDNO,es sin duda insuficiente para dar cuenta de la totalidad y complejidad de historias de desaparición. Pero, aún cuando no alcanza representar realidades como la de las personas migrantes desaparecidas en México, no deja de abrir la posibilidad de hacer visible y de continuar nombrando la desaparición y sus víctimas. El RNPDNO abre una ruta para conformar una comunidad donde contemplemos a las personas desaparecidas y sus familias; manipularlo para reducir las cifras de desaparición es volver a condenar a las y los desaparecidos a las sombras, es negar una realidad que tenemos que conocer para enfrentar. 

Referencias:
[1] Flores Lucía y Canseco Germán, “‘Localizan´ a personas desaparecidas en registro de vacunas”, A dónde van los desaparecidos, 19 de julio de 2023 https://adondevanlosdesaparecidos.org/2023/07/19/localizan-a-personas-desaparecidas-en-registro-de-vacunas

[2] Flores Lucía y Canseco Germán, “‘Hablo del Gobierno de México, ¿su familiar volvió o sigue desaparecido?’”, A dónde van los desaparecidos, 18 de septiembre de 2023, https://adondevanlosdesaparecidos.org/2023/09/18/hablo-del-gobierno-de-mexico-su-familiar-volvio-o-sigue-desaparecido/ 

[3] Movimiento por nuestros desaparecidos, Datos del registro de desaparecidos no deben ser usados para revictimizar ni cuestionar los derechos de las víctimas, 31 de julio de 2023. 

[4] Martínez César, “Desaparece una persona cada hora en sexenio de AMLO”, A dónde van los desaparecidos, 1 de junio de 2023, https://adondevanlosdesaparecidos.org/2023/06/01/desaparece-una-persona-cada-hora-en-sexenio-de-amlo/#:~:text=En%20el%20Estado%20de%20M%C3%A9xico,semana%20no%20hab%C3%ADan%20sido%20localizadas

[5]    https://www.facebook.com/sviolenciaypaz/videos/697674838962019/ 

[6] La Red Regional de Familias Migrantes (Rerefami) es un colectivo integrado por mujeres de Centro y Sudamérica que buscan a sus familiares desaparecidos en la ruta migratoria por México.

 

 

Otis deja sin sustento a varias mujeres lavadoras de ropa

                                                                                    Foto: Enrique Hernández

 

Enrique Hernández

El potente huracán Otis, que arrasó la noche del martes 24 de octubre con toda la actividad turística de Acapulco, también dejó sin un sustento a más de 100 mujeres que diariamente, se dedican a lavar ropa ajena en los lavaderos del Barrio de la Fábrica.

El huracán Otis, acabó con el área donde se encuentran los lavaderos, destruyó la vieja estructura metálica con las que las mujeres entre estas algunas de la tercera edad se cubrían de los candentes rayos de sol, mientras lavan grandes cantidades de ropa ajena, por la que percibían los ingresos para cubrir las necesidades de sus familias.

Son más de 30 lavaderos los que hasta antes del fenómeno meteorológico, eran utilizados por las mujeres que diariamente acudían al lugar el cuál para ellas era ya considerado como su segundo hogar debido al tiempo que permanecían ahí lavando la ropa que recibían.

Doña Flora Gutiérrez, de 68 años de edad, es una de las más de las 100 que fueron afectadas por los daños considerables que ocasionó el huracán Otis, es el área donde trabajaba lavando ropa por docena.

«Vivimos en este momento una situación muy complicada, porque el huracán terminó con el lugar donde trabajamos, somos muchas las mujeres que nos mantenemos de lavar ropa ajena, cobramos 60 o70 pesos por docena, hay días que ganamos 120, 180 por la ropa que lavamos, y hoy no hay nada para ayudarnos», dijo.

Señaló que los lavaderos del Barrio de la Fábrica son utilizados por varias mujeres algunas que llegan por la mañana, otras al medio día y también por la tarde, dependiendo la cantidad de ropa que se tenga.

Doña Flora, señaló que ya son 15 días en que no han trabajado por las malas condiciones en las que quedó el área donde están los lavaderos, donde cayó la lámina y los fierros por los vientos del huracán.

Manifestó que ella está acudiendo a los lavaderos, con la esperanza de tener algo de trabajo, sin embargo, no hay nada, y esto complica más la situación porque además de haberla dejado sin trabajo, el huracán también acabó con su pequeña casa, ubicada en una de las calles del Barrio de la Fábrica.

 

 

 

¿Cómo se despide una madre de un hijo cuyo cuerpo perdió el Estado?

 

El 15 de octubre, la fecha en que Cosme habría cumplido 29 años, Marcela Balderas Rodríguez organizó una ceremonia en el Árbol de la Esperanza de Torreón para despedirse de su hijo y “dejarlo descansar”.

 

Francisco Rodríguez

Han pasado doce años desde que Cosme Humberto Alarcón Balderas desapareció una tarde de mayo, y cinco desde que su madre identificó su cadáver en las imágenes de un expediente. Desde entonces, Marcela Balderas intentó recuperar su cuerpo, pero la FGE lo extravió. Resignada a no encontrarlo, decidió el día en que hubiera cumplido 29 años organizar una ceremonia para celebrar su vida 

 

Marcela Balderas Rodríguez, madre de Cosme Humberto Alarcón Balderas, desaparecido el 5 de mayo de 2011 en Torreón, decidió empezar su duelo sin el cuerpo de su hijo. 

Han pasado cinco años desde que identificó a Cosme en las fotografías del expediente de la averiguación previa 98/2011. Su hijo adolescente había sido registrado como un adulto de 25 años, tras ser hallado la misma noche en que desapareció, asesinado, con impactos de bala en la cabeza. 

Marcela emprendió entonces una búsqueda para encontrar el cadáver que perdió la Fiscalía General del Estado (FGE) de Coahuila, pues ninguna autoridad pudo decirle dónde habían enterrado el cuerpo. Hasta que se resignó: “Sé que no lo voy a encontrar. Sé que lo perdieron”. 

No fueron suficientes tres exhumaciones en distintas áreas del Panteón Municipal de Torreón donde creyeron que podía estar el cuerpo de Cosme. Tampoco la exhumación masiva de más de mil restos enviados a las fosas comunes de los cementerios de Coahuila. Se recuperaron también más de 10,000 fragmentos óseos de cuerpos donados a las facultades de Medicina y de Odontología de la Universidad Autónoma de Coahuila entre 2012 y 2017, aún pendientes de analizar. Nada. Su hijo sigue desaparecido.

El último dato que se tiene de Cosmelín, como lo llamaba su madre, es del 10 de mayo de 2011. Cinco días después de su asesinato, consignaron el envío del cuerpo desde el Servicio Médico Forense (Semefo) al Panteón Municipal 2 de la ciudad. Aunque en la fosa común del cementerio no existe ningún registro de inhumación de esa fecha. 

En algún punto de la cadena de custodia, Cosme se perdió. Lo perdieron.

“Sé que las autoridades no van a encontrar el cuerpo”, asegura Marcela. 

El 14 de octubre, un día antes de la fecha en que Cosme habría cumplido 29 años, decidió tomar la chamarra que tanto le gustaba a su hijo, sus camisas, su playera del Santos Laguna, sus lentes con audífonos integrados, su ropa de cuando era bebé y muchas fotos. Y cremó esas pertenencias.  

“Me deshice de muchas fotografías y solo me quedé con las más bonitas, donde sale sonriendo. Cosme se queda en mi corazón”, platica.

Ahora, las cenizas de esos bienes y objetos de su hijo están en una urna blanca que ella abraza como lo más preciado.

No fue sencillo tomar la decisión de quemar las pertenencias. Desde días antes, sacaba las prendas de Cosme, las miraba, las guardaba de vuelta. A ratos quería hacerlo y a ratos se evadía. Pero su corazón le dijo que ya debía dejarlo descansar.

“Tenía que hacerlo. Quiero que descanse y quiero descansar. Estoy muy cansada. Ya me enfermé. Las autoridades no trabajan, son incompetentes”, lamenta.

 

Era un “niño coqueto”, responsable, que adoraba a su hermana. Así recordó su madre a Cosme en la ceremonia realizada en la Alameda Zaragoza.

 

Sin datos que lleven a Cosme

Cosme Humberto Alarcón Balderas, de 16 años, trabajaba como empacador en un City Club cercano a la carretera Torreón-Matamoros. Había quedado en encontrarse con su mamá y sus dos hermanos menores, Leonardo y María Luisa, al terminar la jornada de aquel 5 de mayo, pero nunca llegó a la cita.

Desde esa tarde, Marcela, que tenía entonces 33 años, emprendió una búsqueda en hospitales, cárceles y morgues. Se unió al colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec), participó en marchas y plantones, y acudió a oficinas del gobierno en Torreón, Saltillo y la Ciudad de México para exigir la localización de su hijo y de miles de personas desaparecidas. 

Todo esto sin saber que el mismo día en que desapareció Cosme, las autoridades judiciales encontraron su cuerpo en las calles Múzquiz y Río Nazas, bajo el Puente Plateado que une las ciudades de Torreón y Gómez Palacio. Fue uno más de las decenas de cadáveres que cada semana yacían en las calles en esos años, cuando los Zetas y el Cártel de Sinaloa libraban una batalla por la plaza.

Los peritos levantaron el cuerpo a las once de la noche. Vestía mezclilla negra, calzón rojo, camisa de mangas blancas y tenis negros, según se consignó en la averiguación previa 98/2011. Pero, como para los trabajadores del Semefo Cosme aparentaba más edad, cuando Marcela acudió a la morgue y describió a su hijo de 16 años, los encargados le aseguraron que no había nadie de esas características.

Su asesinato se convirtió entonces en una historia de cómo el Estado extravía personas. Una historia más de la crisis forense que vive nuestro país.

 

Lea el texto completo en el siguiente enlace: https://adondevanlosdesaparecidos.org/2023/10/23/como-se-despide-una-madre-de-un-hijo-cuyo-cuerpo-perdio-el-estado/